Un mercado de cine, para aquel que no está familiarizado con el término, es algo que existe en diferentes festivales de cine (por ejemplo, en Berlín, en Cannes, en Toronto y en el American Film Market). Son lugares, eventos, donde los vendedores –o sea, los productores de películas y los distribuidores de los derechos internacionales de las mismas– van a comercializar toda la producción de este año y, sobre todo, el adelanto de la producción del año que viene a los compradores. Esos compradores somos los exhibidores, los que buscan los derechos de exhibición en el cine y los festivales. En un mercado de cine se pasa cada día una serie de películas, perfectamente distribuidas en salas, y cada interesado, ya sea un festival como el nuestro (la Semana Internacional del Cine de Valladolid) o un comprador de televisión, va a ver la proyección y va decidiendo qué le interesa. A continuación se va al stand el mercado y se le da una tarjeta, es decir, se le dice al productor o distribuidor que esa película le interesa. En un mercado se hacen acuerdos económicos, ventas de derechos, o se llega a un acuerdo para que la película en cuestión sea enviada para un festival. Un mercado del cine es fundamental para un determinado funcionamiento de cine.
En mi caso, por ejemplo, cada año empiezo la selección de películas para mi festival en Valladolid, que es la última semana de octubre, en los primeros días de diciembre en Buenos Aires, en el mercado llamado Ventana Sur. La razón por la cual Ventana Sur es distinto a otros mercados es que me permite ver el cine importante que viene el año que viene de Latinoamérica, porque es el cine en el que hace foco. En especial, el argentino y el mexicano. Y esto, este visionado, después lo completo en festivales como los de Cartagena de Indias o Guadalajara, en México. Allí ya tengo un panorama completo de cuál es la oferta de cine latinoamericano para 2015. Este año, la edición que terminó el fin de semana pasado, además del buen cine argentino o mexicano, que son dos industrias ya muy estables, me han llamado la atención el cine chileno y el colombiano. El de autor, que es lo que programamos en Valladolid. He visto como veinte películas y he sacado muy buena impresión. Media docena ya las he contactado para que las vea mi equipo de cara a la selección del festival.
La diferencia más evidente con otros mercados internacionales es el volumen, al menos comparado con el European Film Market en Berlín o el mercado de Cannes, que mueven en torno a 800 o 900 películas en diez días. Ochenta películas por día. Aquí, el volumen va creciendo. Yo fui hace dos años por primera vez y este año he encontrado un crecimiento sustancial en números de películas y en crecimiento de calidad, en cantidad de profesionales y en oportunidades para los diferentes cines (incluido en el género). Lo que cabe destacar de Ventana Sur es que el Incaa, el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, y Bernardo Bergeret, el director de Ventana Sur, son la magnífica imagen en el exterior que han creado para el cine argentino y su trabajo de promoción del cine también en el exterior. Desde afuera se percibe la sensación de seriedad y profesionalidad, algo que aumenta por la presencia en Ventana Sur, desde la organización, del Festival de Cannes. Ese maridaje entre el Incaa y Cannes le da a Ventana Sur una imagen profesional, muy importante.
La presencia de Argentina en festivales, como ha sucedido en Cannes este año o en otros festivales, es la gran jugada de Bergeret: Cannes tiene una pata en Latinoamérica gracias a Ventana Sur y sabe qué se hace aquí, pero al mismo tiempo ahora hay media docena de películas argentinas en Cannes, algo que nunca había pasado.
Cuando una mirada llega a criticar los costos de un mercado internacional, no se entiende que algo como Ventana Sur no sólo vende cine argentino (que es lo que hace en primer lugar), sino el cine latinoamericano en general. Argentina entonces se convierte no sólo en el principal productor de cine en Latinoamérica, sino en el principal propulsor del cine latinoamericano en el mundo.
Cuando se habla de cultura, de industria, hay que entender que el cine es industria y que no es sólo arte, que mueve miles de millones. Saber conjugar cultura con vender arte y atención es importante, ayuda a crear la identidad de un país, y eso es básico. De ahí la importancia de Ventana Sur y su éxito.
*Director de la Semana Internacional del Cine de Valladolid.