Vive entre Nueva York y Buenos Aires, se queja de que las cantantes son relegadas en la Argentina y agradece el premio Gardel.
H ace unas semanas, Isabel de Sebastián ganó el premio Gardel como mejor artista femenina de pop. Alegre por ello, sin embargo, algo le llamó la atención: “Después de dos horas de ceremonia, todavía no había subido ninguna mujer al escenario. Ni a recibir un Gardel ni a tocar. Y ya habían subido más de cien hombres. Será que la gente no está interesada en artistas femeninas y que las radios, un sistema dominado por las multinacionales, han decidido promover hombres. Es raro… En Estados Unidos, las voces femeninas ocupan un enorme espacio en la radio. Acá premiaron con un Gardel a más de treinta hombres y sólo a cinco mujeres: es un dato de la realidad. Estoy muy agradecida de ganar el premio, pero no puedo dejar de ver eso. Es más: a la mayoría de las mujeres nos entregaron los premios a la tarde, en un acto que no fue televisado. Si nadie se sorprende por esto, quiere decir que está naturalizado”. La ex cantante de Metrópoli, banda que sonaba mucho en las radios argentinas en la década del 80, fue premiada por su último disco, titulado sencillamente Isabel de Sebastián y grabado con dos músicos que la acompañan en vivo: Mauro Cambarieri y David Bensimón. Incluye un tema de Cerati (En camino), uno de Carmen Baliero, cuyo videoclip fue dirigido por Adrián Caetano (Te mataría), y hasta una cumbia peruana (Cariñito), con Machito Ponce de invitado. El próximo show de la cantante será el 17 de octubre a las 21:30 en el Samsung Studio (Pasaje 5 de Julio 444, en San Telmo). Hoy Isabel pasa una parte del año en Nueva York –donde viven sus dos hijos– y otra en Buenos Aires, una ciudad en la que creció y con la que mantiene vínculos: “Es un lugar que me gusta mucho. Acá tengo a mis amigos más queridos, a mi familia, a mi hermana, a mi sobrina… Aun con todos los espantos, los malentendidos y toda la pelea que veo a diario, quiero a la Argentina como se quiere a la familia. Es el lugar donde me tocó vivir en el mundo, donde mi sensorialidad creció, se formó”. De su experiencia en el exterior, De Sebastián tiene una imagen matizada: “Nueva York es una megalópolis caótica, bastante parecida a Buenos Aires en ese sentido, pero con una mayor diversidad. En el barrio donde vivo hay chicas negras que bailan hip hop, judíos ortodoxos y mujeres árabes con la cara tapada. Todo eso se absorbe, tenés plena conciencia de las diferencias con el otro. Y la escala de las cosas también es muy diferente: es distinto el tamaño de los edificios y de los proyectos. Nueva York funciona a una escala muy grande. Diría que es una ciudad muy estimulante en un país con muchos problemas sociales. La norteamericana es una sociedad intensamente problemática, con un germen de violencia interno muy importante. Y todo eso se proyecta en la educación, en el sistema legal, en la política exterior del país”.