Sorprendió otra vez al vencer a Italia y se clasificó a octavos de final. Encima, posibilitó la eliminación de Inglaterra. El martes, la azzurra y Uruguay definen el otro pase.
Miguel Gómez debe andar preocupado por estas horas. Es que anda sospechando que a la película que dirigió y que se estrenó el pasado 5 de junio, en la que narra la vida de los héroes de aquella selección tica del Mundial ’90, tenga que agregarle un capítulo de urgencia, tras la demostración de coraje y determinación no exenta de algunas pinceladas futboleras que tuvo su selección en esta primera fase. Poco pareció afectarla integrar el “grupo de la muerte”, con tres potencias campeonas del Mundo. Allá con los fantasmas. Sin tantos ojos sobre sus espaldas, pero con convicción en sus principios, el sábado pasado Costa Rica se sacó de encima a Uruguay y ayer ratificó que no fue de paseo a tierras brasileñas. No sólo hizo hocicar a Italia, sino que se clasificó a octavos cuando nadie arriesgaba un centavo por ella, y como yapa se dio un pequeño lujo, envidia de muchos: sacó del Mundial a Inglaterra.
Italia pareció una sombra de sí misma, terminó confundida en sus torpezas y ahora quedó condenada a jugarse la vida el martes contra Uruguay. Si contra Inglaterra planteó un partido palo y palo, sin ceder espacios ni protagonismo ofensivo, ayer fue un grupo de jugadores desparramados, abrumados por el calor y la humedad de Recife, que ante la falta de iniciativa apelaron a que el peso de la historia y la portación de nombre les diera una mano. Ni siquiera Pirlo, el único lúcido para ponerle pausa al vértigo, logró asomar, aunque de sus pies nacieron las pocas llegadas hacia el arco de Navas, que Balotelli se encargó de desperdiciar.
Cuando se repuso y ajustó detalles, Costa Rica vio que no era imposible; y después de un penal que el chileno Ossés no le dio por un foul a Campbell, sobre el filo de la etapa, Bryan Ruiz, su capitán y símbolo, marcó la victoria después de anticipar a Chiellini y Darman.
Si alguien esperaba que Italia reaccionara, se equivocó feo. Más allá de que el técnico Prandelli, quien parece dispuesto a llevarse puesto el catenaccio en pos de un fútbol más audaz y agresivo, se la jugó con Cassano primero e Insigne después, pero con Pirlo contenido y apagado, los intentos murieron en los atentos y sedientos de gloria costarricenses. Una gloria que ya alcanzaron, vaya como les vaya de aquí en adelante.
Como para empezar a filmar la segunda parte de su historia.