La clave del éxito de los entrenadores argentinos en el exterior.
“Mis jugadores son instruidos al detalle. No pueden equivocarse. ¿Mi secreto? Profesionalismo, gran profesionalismo, y perfeccionismo. Yo no sé si soy el mejor del mundo, pero sé que hago todo para serlo.” Helenio Herrera
Nació el 10 de abril de 1910, en el seno de una familia de inmigrantes españoles en Buenos Aires. En la adolescencia emigró con su familia a Casablanca, Marruecos. Hijo de padre carpintero, encontró en el fútbol más que un divertimento. Tanto se destacaba jugando en el humilde equipo de su barrio Roches Noires (al este del centro de Casablanca y sobre la costa del Mar Mediterráneo), que el poderoso Raja de Casablanca (reciente finalista del Mundial de Clubes) posó sus ojos en él. En un par de años se consolidó en Primera y rápidamente emigró a Francia, donde desarrolló una extensa carrera como futbolista que finalizó en 1946, en el CSM Puteaux, siendo jugador y entrenador del equipo. Fue a partir de allí, en los albores de mediados de siglo XX, cuando nacería el mito del Mago. Un mito conquistador: campeón con el Internazionale de Italia y con el Barcelona. Junto con Luis Carniglia (quien dirigió al Real Madrid que ganó la cuarta Champions League de su historia), se transformaron en los adelantados de una colonización argentina que nunca más se detendría.