GIMNASIA LE GANO EN AVELLANEDA CON UN GOLAZO DE LICHT Y LO DEJO A CINCO PUNTOS DE RIVER, CON UN PARTIDO MAS.
Y el colado a la fiesta fue el que la terminó arruinando. Independiente tenía todo para festejar ante Gimnasia y terminó sufriendo una derrota que lo deja al borde del precipicio en la lucha por el título. El gol de Lucas Licht le dio el triunfo a un Lobo que ganó bien en Avellaneda.
En el primer tiempo quedó bien claro cual era el partido para los de Avellaneda. El planteo de Jorge Almirón (5-3-2) tenía un objetivo bien claro: atacar por los costados. Y el desarrollo de los 45 minutos iniciales le dieron la razón, a medias. Porque tanto Alexis Zárate, por derecha, como, sobretodo, Lucas Villalba, fueron lo más peligroso del local en ataque. Pero la subida constante de los laterales no abrieron el cerrojo del Lobo por su falta de claridad a la hora de decidir el último pase.
Sin embargo, pese a la escases de ideas, la más clara de la etapa inicial los tuvo a ambos como protagonistas. Cambio de frente/pase gol de Villalba que Zárate remató mordido de volea y se estrelló en el travesaño de un Fernando Monetti ya vencido. La visita también tenía las cosas bien claras. Esperar bien ordenado en el fondo y aprovechar las ventajas de un mediocampo local que dejaba un hueco enorme cuando iba para adelante. Muchas ganas y pocas chances.
En el complemento, el que encontró la solución a la ecuación que proponía el partido fue el entrenador de Gimnasia. ¿Qué hizo? Aprovechar las espaldas de los laterales locales que miraban más el arco de enfrente que el propio. Independiente pudo haber cambiado la historia con un par de tiros libres que no pasaron a mayores. Pero el partido ya no era lo mismo. Se jugaba a lo que quería el visitante. La izquierda de la defensa roja fue una verdadera avenida por la que Meza, Mendoza y Oreja hicieron lo que quisieron.
Primero la tuvo Meza, tras una notable asistencia de Oreja, el que no pudo con un Rodríguez que fue el único responsable de que el complemento sea un suplicio para los de Avellaneda. Pero el Ruso poco pudo hacer al minuto 13. Cambio de frente de derecha a izquierda, Licht recibe y tira una pared con Mendoza para luego meter un zapatazo al ángulo que enmudeció al mismísimo infierno. Ese fue un golpe de nocaut para Independiente. Nunca se pudo reponer. Solo las manos de su arquero y la ineficacia del rival lo mantuvieron en partido. Ni los ingresos de Pisano, para crear, y de Penco, para tener peso en el área, cambiaron el rumbo de una noche que empezó siendo una fiesta y terminó lejos de serlo. Tan lejos como las ilusiones de un equipo que ahora mira el sueño de campeonato con un dejo de impotencia.