Sra Directora: Había una vez una jubilada «jubilosa» que se dijo -tenés una asignatura pendiente. Se te dan bien las dos agujas pero no crochet. Fue así que decidió aprender- ¿dónde ir?se preguntó. El Taller de AGMER le pareció una buena opción, ya que sintió en su larga vida docente, que esa casa se aproximaba a sus sueños. Allá fue- no sé equivocó- y como una arañita aplicada y gracias a su querida maestra de Taller de Tejido, aprendió a entenderse con las varetas y el medio punto. Todo era alegría para esta jubilada por el calor amoroso de sus cálidas compañeras y por los progresos que efectuaba en sus trabajos. Hasta llegó a tejer una boina roja que fue muy admirada. Pero -la vida parece poner muchos peros- después de un año y medio de concurrir al Taller le avisaron oralmente, que por una nueva disposición solo podían cursar el Taller docentes en actividad y docentes jubilados afiliados.
Ella es una docente jubilada no afiliada. Por suerte, el gremio abre el taller para otros jubilados que «no son docentes». Esto le parece muy bien a la jubilada, aunque ella deba quedar afuera… Como aprendió desde sus jóvenes dieciocho años, siendo una ingenua maestra, que se deben pedir las resoluciones por escrito, así lo solicitó. Ayer recibió una conceptuosa nota firmada el Secretario General, donde le expresan la decisión de la Comisión Directiva Departamental. La nota finaliza así: «esperando que sepa comprender los argumentos esgrimidos»… La «jubilada jubilosa» sabe comprender, pero también sabe, que «la única lucha que se pierde es la que se abandona».
Ella cree todavía- ¿será un poco niña?-, que con la democracia se come, se cura y se educa. Como «las hormiguitas» de Viglietti, dedicó toda su vida, pizarrón y tiza, a la construcción. Recuerda que Bioy lo anticipó, tiembla con las imágenes de la televisión que muestran los ataques contra ancianos, se conmueve con los sueldos miserables de los docentes nacionales, siente como Conrado que a veces se mueren los sueños, a veces sueños tan pequeños como el de aprender crochet. Colorín, colorado… este cuentito se va terminando. No todos los cuentitos tienen un colorín colorado feliz. La «jubilada jubilosa» recuerda que su papá le decía que en la vida se recogen gotas de miel y de acíbar…
Beatriz Salvarredy