El español necesita recuperar su fortaleza para darles pelea a Djokovic, federer y murray por el numero uno. figura central del ATP de Buenos Aires, anoche buscaba el pase a semifinales.
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Puede presumir de haber jugado un total de 75 partidos ante Roger Federer, posiblemente el mejor tenista de la historia, y Novak Djokovic, un caníbal sobre la pista, pero cuando Rafael Nadal se retire y eche la vista atrás verá que el rival que más lo martirizó a lo largo de su carrera no estaba al otro lado de la red.
El español le ganó hasta el momento 23 partidos a Federer y otros tantos a Djokovic. No hay duda de su dominio en los duelos frente a frente con sus dos grandes rivales de generación. Y es que el partido más difícil que libra Nadal –prácticamente desde que se hizo profesional– es contra su cuerpo, musculoso y definido, pero también frágil.
“Yo no considero al físico como a un rival”, dijo el ex número uno del mundo y campeón de 14 Grand Slam la semana pasada en Río de Janeiro, donde descubrió un nuevo enemigo. El español ha sufrido casi incontables lesiones, en el codo, en los pies, en la espalda, en el apéndice, en la muñeca, en las rodillas, sus articulaciones más delicadas. Pero lo que ocurrió en Río era algo nuevo para él. “Estaba con calambres por bastantes lugares del cuerpo, lo que es extraño, porque en toda mi carrera nunca he tenido ningún tipo de calambres”, dijo el tenista, que cumplirá 29 años el 3 de junio.
Desde que explotó en la temporada 2005 con 11 títulos, entre ellos su primer Roland Garros, Nadal cimentó muchos de sus triunfos en su fortaleza física. Detrás había siempre una mentalidad de hierro, capaz de dominar casi cualquier situación.
Cuando el cuerpo lo abandona, Nadal se siente frágil. “Me faltan cosas, estar un poquito más confiado de mi físico, un poquito más regular en momentos del partido que creo que es lo mejor que he tenido a lo largo de mi carrera, no tener momentos de altibajos”, admitió. “Combino momentos buenos con momentos normales que siguen poniendo al rival en posición de poder seguir ganándome. Le regalo muy poco, pero a día de hoy sí que le estoy abriendo puertas”.
Volver a escalar. Tras su grave lesión de rodilla en 2012 –estuvo fuera de las canchas casi ocho meses–, Nadal regresó en febrero del año siguiente, ganó diez títulos y recuperó el número uno.
En 2015 también volvió de un largo período de inactividad por problemas en la muñeca, en la espalda y en el apéndice. Pero su regreso no fue fulgurante: cayó en la primera ronda de Doha, en los cuartos de final de Australia y en las semifinales de Río. Tras partidos ante rivales –Michael Berrer, Tomas Berdych y Fabio Fognini– a los que históricamente dominó.
“No estoy en sus zapatos, así que no puedo decir cómo se siente. Pero hay una cosa que sé, y es que él es un gran competidor”, analizó Djokovic, el indiscutible número uno del ranking, los últimos tropiezos de su rival.
Siempre que le preguntan, Nadal asegura que uno de sus objetivos es repetir en Río de Janeiro 2016 el oro olímpico que se colgó en Beijing 2008. Hasta entonces, es muy probable que se cruce varias veces con Federer y Djokovic, pero también con nuevas lesiones.
Como él mismo dijo, su futuro depende de una serie de factores. Y su cuerpo es lo que decantará la balanza: “Los rivales es una parte importante, el físico es una parte importante, la fuerza interior que yo tenga es una parte importante. Pero si uno no tiene el físico que lo acompañe, sólo con la fuerza interior es prácticamente imposible”, se sinceró esta semana en Buenos Aires.