Con trece nuevos inscriptos para el ciclo lectivo del año 2022 -que se suman a los cuarenta y tres estudiantes que vienen cursando regularmente diferentes carreras-, la Sede Concepción del Uruguay de la Facultad de Humanidades,
Artes y Ciencias Sociales UADER dio inicio al año académico en la Unidad Penal N° 4 “General Justo José de Urquiza” en el marco del Programa Universitario “La Facultad de Humanidades en Contextos de Encierro”. Entre los años 2018 y 2021 hubo más de 100 inscriptos lo cual da cuenta del alcance e importancia de la propuesta.
Una cuestión de principios.
El Programa -creado por Resolución N° 1714/14 CD-FHAyCS- asume a la educación en “contextos de encierro” como un derecho humano y un instrumento esencial para el desarrollo personal en la sociedad que debe satisfacer las necesidades educativas de las personas privadas de libertad. En este sentido, dicho Programa se inscribe en lo que, desde un tiempo a esta parte, Eduardo Rinesi viene insistiendo: la universidad debe ser pensada y representada como un derecho para todos los ciudadanos porque la educación superior forma parte de ese conjunto de atributos ineludibles para la construcción de una dignidad deseable de lo humano. Por lo tanto, la educación intramuros forma parte de un proceso más amplio de democratización de los estudios universitarios, que en su sentido más plural, intenta multiplicar las acciones para ampliar el universo social de los estudiantes y para garantizar el derecho a ingresar, aprender, avanzar y recibirse de todos los estudiantes.
Emprender una tarea de este tipo requiere de una universidad que territorialmente trabaje de “puertas abiertas” hacia la comunidad, con el compromiso de trascender sus propias fronteras y de llegar a aquellos sectores sociales que por diversos motivos no pueden beneficiarse del derecho a la educación superior. Este es el punto de partida para hacer efectivo, aquí y ahora, el derecho a la universidad para todos aquellos que pretendan, deseen o quieran ejercerlo. En definitiva, este es el mandato que reafirma la Sede Concepción del Uruguay cuando lleva adelante las actividades correspondientes a las propuestas educativas y culturales que brinda la Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales en el ámbito de las unidades penales de nuestro territorio provincial, y en particular, en la Unidad Penal N° 4 de Concepción del Uruguay.
El Programa hoy.
En nuestra Sede, el Programa cuenta con un equipo de trabajo integrado por una responsable pedagógica, ocho docentes que dictan sus cátedras intramuros y seis docentes tutores que acompañan a los estudiantes en sus trayectos formativos. Actualmente, cuarenta y seis internos se encuentran cursando sus estudios superiores en diferentes carreras, de los cuales trece se cuentan dentro de los nuevos inscriptos y treinta y tres son estudiantes regulares de años anteriores. Es importante remarcar que el Programa cuenta con un egresado de dos carreras: Tecnicatura Universitaria en Acompañamiento Terapéutico y Tecnicatura Universitaria en Psicogerontología. El conjunto de carreras que forma parte de la oferta académica depende de cada Sede, en el caso de Concepción del Uruguay para el año lectivo de 2022 forman parte de dicha propuesta el Profesorado en Lengua y Literatura, Profesorado y Licenciatura en Historia, Profesorado y Licenciatura en Geografía, Tecnicatura Instrumental Musical – Guitarra, Tecnicatura en Canto Lírico y Traductorado en Francés. Es preciso señalar que los estudiantes de años anteriores se encuentran cursando carreras como el Profesorado de Portugués, Profesorado en Inglés, Profesorado en Psicología, Tecnicatura Universitaria en Acompañamiento Terapéutico y Tecnicatura Universitaria en Psicogerontología.
En el territorio: las voces de algunos protagonistas.
La profesora Mariela Satto es la actual responsable pedagógica del Programa en la Sede Concepción del Uruguay. Ella nos relata las motivaciones que la llevaron a sumarse a esta propuesta: “Empecé a trabajar en el programa como docente del curso de ingreso y luego seguí involucrada con proyectos de extensión o grupos de estudios que coordinaban otras compañeras docentes que dictaban clases en el penal e internos. Me sumé a la propuesta porque considero que la educación debe ser garantizada, principalmente, a los sectores más marginados de la sociedad, y además, porque es transformadora de la realidad de cada estudiante, y en esos contextos de vulnerabilidad de derechos extrema, eso se evidencia fácilmente.” Por otro lado, al referirse a los niveles educativos dentro de la Unidad Penal, la responsable local del Programa señala que: “En la UP4 funcionan un nivel primario, un secundario de adultos y el nivel universitario. La matrícula de los dos primeros niveles es alta, lo cual indica que la población carcelaria en su mayoría no ha tenido la posibilidad de finalizar sus estudios básicos obligatorios por ley”. Con respecto al funcionamiento del Programa, Satto señaló que “(…) se desarrolla gracias al trabajo de los docentes que acuden al penal a dar sus clases, y la referente educativa del servicio penitenciario, quién fue gran auxilio durante el 2020 y 2021, dado que se trabajó desde la virtualidad. Ella era nuestro nexo con los estudiantes, haciéndoles llegar el material y habilitando Meets entre docentes y estudiantes.”
La profesora Virginia Biorda, ex responsable pedagógica del Programa y actual Coordinadora de Extensión Universitaria de la Sede Concepción del Uruguay, también nos brindó su palabra acerca del trabajo en “contextos de encierro”. Al respecto indicó que “(…) implica, en primer lugar, reconocer que tenemos prejuicios que se fundan en el miedo y aun así, estar dispuestos a ir al encuentro con el otro. Un “otro” que, más allá de la situación de encierro punitivo, es un sujeto de derechos. Entonces, implica también ser conscientes de que, como docentes de una universidad pública, contribuimos en el acceso a la educación superior para las personas privadas de la libertad. En segundo lugar, se trata de considerar que toda actividad académica, en particular el vínculo docente-alumno, está atravesado por un “tercero” que es la institución carcelaria y su impronta simbólica explícita e implícita. Un “tercero” que no se puede ignorar porque se manifiesta en ruidos incesantes, en clases interrumpidas por la cotidianidad de la unidad penal, en ausencias de estudiantes por requisas, traslados, instancias judiciales y, en el mejor de los casos, por ‘salir en libertad.” Además agregó que “(…) en ese ámbito, la educación superior –que ve a la persona privada de su libertad no como un “interno” sino como un sujeto de derechos- se presenta como utopía. ¿Y qué significa utopía? Que la educación habilita la posibilidad de desestructurar los sentidos impuestos por la cárcel, de imaginar otro mundo posible, de indagar la propia subjetividad, de asumir la palabra como derecho, de comprender que el otro es necesario en la constitución del sujeto, de ser conscientes que a través de la educación podemos transformar –nada más ni nada menos- que nuestro entorno más próximo.”
Por último, el profesor Rodolfo Leyes -que forma parte del equipo docente que dictan sus cátedras “intramuros” desde el comienzo del Programa- nos relata que “(…) la oportunidad de enseñar a adultos en ‘contextos de encierro’ resulta un tarea estimulante ya que representa una situación completamente diferente a la educación nocturna o a los ciclos de finalización de estudios primarios o secundarios, u otros de similares características. En el ámbito concreto de la tarea docente, quiero remarcar que siempre ha sido de sumo respeto, donde los internos se muestran muy agradecidos que la Universidad y los docentes estemos allí presentes para tenderles una mano y ayudarlos con su formación. Creo que justamente eso es lo estimulante de esta tarea: poder colaborar y acompañar en la formación de personas para favorecer su inclusión social.” El profesor Leyes indica que los desafíos siguen siendo muchos, como por ejemplo, multiplicar los espacios de lectura fuera del ámbito estrictamente áulico y los recursos para obtener los materiales de estudios, pero más allá de esto, señala que el balance es sumamente positivo, dado que se trata de una propuesta que tiene un impacto concreto y debe ser reconocido por toda la comunidad.