Su padre, Jorge, instalará una pantalla gigante en la puerta. El fervor de un pueblo al que él nunca olvida. Mirá las fotos.
Como cada rincón de la Argentina, Arrecifes es una fiesta cuando juega la Selección. Pero en este caso, la sede de los festejos no es la plaza principal o un punto neurálgico de la ciudad, sino la puerta de la casa del padre de Pablo Zabaleta, uno de los titulares del equipo de Sabella e hijo dilecto del pueblo que lo vio nacer.
Llamada la “cuna de campeones” y ubicada a 200 kilómetros de Buenos Aires, la ciudad está acostumbrada a los triunfos en el deporte motor: los Di Palma, Froilán González, Pairetti, Norberto Fontana y tantos otros. Pero esta vez es el fútbol el que los tiene cautivados.
Jorge, el padre de Pablo Zabaleta, es un reconocido contador que participa en muchos de los clubes locales. Obras Sanitarias, por ejemplo, en donde Pablo dio sus primeros pasos en el fútbol y ante la insistencia de los amigos que le decían que tenía condiciones decidió entrar a un locutorio, pedir una guía de Buenos Aires y llamar a varios clubes. El primero con el que logró comunicarse fue San Lorenzo, el club de sus amores, donde finalmente fue aceptado cuando tenía 12 años.
Su madre, Laura (que falleció cuando él y sus dos hermanos eran muy chicos), lo iba a buscar al colegio al mediodía y se trasladaban a Buenos Aires tres veces por semana porque creían que era muy chico para quedarse solo en la pensión del club. Un sacrificio que Pablo reconoce en cada entrevista, con el recuerdo de la mujer que tanto lo apoyó y hoy lo cuida desde el cielo. La lleva tatuada en su pecho y le dedica cada triunfo.
La relación de amor con el pueblo que lo vio nacer es idílica: de hecho cada vez que llegan a la Argentina con su mujer, la periodista catalana Christel Castaño, lo primero que quiere Pablo es ir a Arrecifes. Cada vez que sus vecinos sufren las contigencias del clima y hay inundaciones, no duda en enviar donaciones. Hay un club de fúbol con su nombre y en la Sociedad Vasca todos recuerdan cuando lo vestían de blanco, con boina colorada y faja verde para cada una de las fiestas tradicionales, algo que llevó a que el Athletic Club de Bilbao estuviese interesado en comprarlo porque buscaba jugadores latinoamericanos con raíces vascas.
Agradeciendo el fervor de su pueblo, Jorge Zabaleta decidió instalar una pantalla gigante en la puerta de su casa, en la avenida principal de Arrecifes, para compartir la final del Mundial con todos aquellos que quieran acompañarlos. Teniendo en cuenta la fiesta que se vivió contra Holanda, serán muchísimos los arrecifeños que se acercen a vivir un hecho histórico. Desfilaron motos, autos y camiones y la nota la dio Marcos Di Palma, manejando un tractor y usando una peluca celeste y blanca para acompañar el festejo.
Al regreso, Pablo será declarado ciudadano ilustre, como reconocimiento de sus vecinos ” por su sacrificio, conducta, valores y entrega de su vida el deporte, además de ser un ejemplo a seguir para niños y jóvenes, demostrando que cuando se transita un camino con convicción y firmeza, cualquier sueño es posible”, reza la ordenanza.