El Jefe comunal, Carlos Schepens abrió ayer el período ordinario de sesiones del Concejo Deliberante y, entre sus anuncios, se refirió a la pavimentación de 250 calles, aunque probablemente se trate de cuadras, porque de lo contrario la suma de cuadras de todas esas calles convertiría la iniciativa en una obra realmente monumental que, si bien traería
justicia a los barrios de la periferia, comprometería las finanzas por varias generaciones. Recordemos que la obra del siglo de la administración de Marcelo Bisogni incluía la pavimentación de 97 cuadras, sobre un plan inicial de 108. En los informes oficiales se confundía una y otra vez pavimento con asfalto, un error bastante común, cuando las diferencias son realmente notorias. Lo propio hace la administración actual en una parte del discurso pronunciado ayer, donde se repite el error, pero se agrega la mención de calles en lugar de cuadras.
Más allá de esta insignificante digresión, lo realmente problemático es el tema de los relevamientos topográficos y los niveles, lo que ha traído serios inconvenientes en gran cantidad de barrios que, como Villa Las Lomas, padecen la improvisación en obras del centro de la ciudad. En el número 223 del desaparecido semanario El Miércoles, que supo imprimirse en los talleres gráficos de la UNER, se alertaba ya en el año 2006 sobre el hecho de «asfaltar sin elevar la cota» de las calles. El Miércoles recordaba que «en 1984, durante la gestión municipal de Juan Carlos Godoy y luego de producida la última gran inundación que sufrió la ciudad, se aprobó una ordenanza que prohíbe construir por debajo de la cota inundable, es decir, 8,25 metros». «Esta es una tarea impostergable que el Municipio debería realizar, ya que ello permitiría tener por los menos los bordes de la ciudad con niveles reales, tal como en su momento lo hizo Obras Sanitarias de la Nación con los mojones de bronce que aún en algunas paredes de la ciudad se pueden ver», aconsejaba el arquitecto Esteban Agüero, ex jefe de Planeamiento Urbano.
Ojo que pasan lista
Ministros, legisladores, funcionarios y militantes hicieron notar la presencia de Sergio Urribarri ayer en el Congreso Nacional, minutos antes que Cristina Fernández diera su maratónico discurso. La leyenda «Soy K, Urribarri 2015», en los afiches sirvió para marcar innecesariamente una postura que ha caracterizado a la actual administración provincial desde sus inicios. Algunos de los presentes contaron a esta hoja que esa alusión de pertenencia quedó chica, en el marco de la patriada que apunta sostener Urribarri. Contrastaba con la ya tradicional del sitio web oficial de la candidatura: «Néstor, Cristina, Urribarri. Nunca Menos», con la que empapelaron las cercanías del Congreso y algunos accesos.
La inclusión de una comparsa y su batucada siempre asegura cámaras en la ciudad de Buenos Aires, con lo cual el ministro Pedro Báez y el vicegobernador, José Cáceres, lograron parte del encargo. Las declaraciones periodísticas colocaron al líder del Frente Renovador, Sergio Massa, como la única preocupación de Urribarri, cuando lo calificó de «dirigente que pertenece a la centroderecha argentina. No es justicialista» y le recomendó «volver a la Ucedé», el partido en el que empezó su militancia política y al cual también perteneció Amado Boudou, entre otros varios funcionarios del gobierno nacional.