La licenciada Mara Luque, fonoaudióloga de la UBA (MN 8545), docente de la carrera de fonoaudiología UBA, fonoaudióloga de planta del Hospital Universitario Cemic y miembro de la IFA (International Fluency Association), explicó: “La tartamudez es una alteración en la fluidez del habla que afecta la comunicación de quien la presenta. Es decir, que al querer emitir un mensaje la persona sabe lo que quiere decir, pero la dificultad se presenta al intentar producirlo. Muchas veces observamos tensión o fuerza al hablar como así también repeticiones, prolongaciones y movimientos faciales o corporales que acompañan esas emisiones”.
“En consecuencia, al alterarse la fluidez se modifica la facilidad y la continuidad al hablar. Por otro lado, no podemos dejar de considerar el impacto que esto acarrea en la calidad de vida de quien la presenta. Hacer una compra, realizar una llamada telefónica, dar datos personales o hablar en público, pueden ser situaciones de alta exposición para quien presenta tartamudez que muchas veces genera una alta incomodidad y los lleva a no poder expresar lo que realmente quieren decir”, añadió la especialista.
El 1% de la población mundial presenta tartamudez, pero este número en los niños pequeños es aún mayor. ¿Existe una única causa? De acuerdo a Luque, si hablamos de su origen podemos decir que existe desde siempre en la población, pero en los últimos años se obtuvieron grandes avances en relación a esta sintomatología.
La evidencia científica de la mano de las imágenes pudo identificar un compromiso neurobiológico junto a aportes de la genética. Ambos se señalan como factores predisponentes. Es muy común observar en familias la presencia de esta característica al hablar que, sumado a rasgos del temperamento de cada persona y otros factores ambientales hace que podamos identificar esta particular forma de hablar.
Hoy sabemos que los factores psicológicos, como antes se creía, no marcarían el origen, sino que pueden acompañar a la tartamudez a lo largo de la vida.
¿Cómo podemos identificarla?
Comúnmente asociamos a la tartamudez con un aumento en las repeticiones tanto de sonidos, sílabas o palabras. Esta es una característica importante pero también tenemos que observar si la persona hace fuerza al hablar, fuerza para poder decir lo que realmente quiere decir. Esta tensión muchas veces se observa en la cara, cuello y también con movimientos en alguna parte del cuerpo. Entonces la tartamudez no es solo repetir sino también hacer fuerza para poder decir lo que realmente quiero decir.
No solo tenemos que considerar la variable motora del habla, sino que también es importante entender que se despiertan sentimientos y pensamientos al querer hablar y muchas veces, no poder hacerlo. Es por eso que cada intervención comunicativa puede estar acompañada de sentimientos de angustia, frustración o miedo al querer comunicar y es esto lo que hace que muchas veces la persona decida no hablar o limitar sus expresiones para no exponer su sintomatología.
¿Se puede prevenir?
Hoy sabemos que cuanto antes se intervenga mucho mejor. Diariamente nos encontramos con la indicación de esperar para hacer una consulta. Pensar que es parte natural del desarrollo puede ser un error y perderse tiempo muy valioso. Cuanto antes se evalué y se intervenga mejores podrán ser los resultados y menor será el impacto en la comunicación y la calidad de vida. Un tratamiento en los primeros años de vida puede cambiar positivamente la comunicación de ese niño.
Existen tratamientos para todas las edades. No solo los niños pequeños pueden mejorar y modificar su calidad comunicativa. Los adolescentes y adultos también pueden hacerlo y con resultados con alto impacto en su comunicación.
La evidencia científica demuestra que los tratamientos fonoaudiológicos especializados en tartamudez benefician la comunicación. Es por eso que hoy decimos que cuanto antes se intervenga mejor. La indicación de esperar para hacer una consulta solo demora e intensifica en muchos casos la sintomatología.
¿Qué sucede con los niños y la cuarentena?
“Cuando los niños atraviesan una situación que emocionalmente los moviliza y no la pueden verbalizar, somatizan, y una de las manifestaciones que pueden observarse son tics, tartamudeo y eso no se cura con medicación; es más, eso no hace más que validar el síntoma y esa persona a partir de ese momento empieza a ser dependiente de ese fármaco”, resaltó el médico psiquiatra y neurólogo Enrique De Rosa (MN 63406), para quien “el síntoma siempre avisa que algo está pasando, es simplemente la alarma, por lo que cualquier chico que manifieste algo en realidad es lo más sano porque demuestra que está preocupado y no le es indiferente lo que está pasando”.
Clara María Sotelo Vionnet tiene 31 años y contó su historia: Tartamudeo desde que tengo memoria. En algún informe de jardín que encontré hace poco ya decía que tartamudeaba al hablar y hacía fuerza. Creo que en ese momento no me molestaba y como en casa había otras personas que tartamudeaban, probablemente no llamó mucho la atención y no hice tratamiento temprano, por desconocimiento o porque no había tanta información en ese entonces».
“Al llegar la adolescencia y donde uno se empieza a desenvolver más solo, a salir con amigas o a salir con chicos, me empezó a molestar cada vez más. Siempre pensé que la tartamudez me iba a limitar para hacer y para ser lo que quisiera. Es parte de los mitos que uno se crea en su cabeza. Pensar en lo que piensa el otro cuando hablas y tartamudeas. Empezás a evitar toda situación de comunicación o exposición, llamar por teléfono, ir a comprar algo”, narró a este medio.
Para Clara María, así todo hay situaciones que no se pueden evitar: “cuando vas a tomar el colectivo y tenés que decirle el destino o el monto, ahí es cuando caminás a la parada practicando lo que tenés que decir y cuando llegás nada te sale, producto del miedo y la ansiedad generada”.
Clara María siempre pensó que la tartamudez la iba a limitar para hacer y para ser lo que quisiera, pero gracias a la ayuda del tratamiento fonoaudiológico su vida mejoró completamente
Clara María siempre pensó que la tartamudez la iba a limitar para hacer y para ser lo que quisiera, pero gracias a la ayuda del tratamiento fonoaudiológico su vida mejoró completamente. Aún con todos esos pensamientos limitantes, la protagonista de esta historia de vida y superación decidió mudarse a Capital Federal, estudiar en la universidad pública, rendir orales, etc. “A nadie le gusta rendir orales pero te puedo asegurar que a alguien que tartamudea es el monstruo debajo de la cama”, destacó y continuó: “Tanto lo sufría, que decidí romper con el patrón familiar, busqué información y encontré un mundo de lo que me pasaba, fonoaudiólogas especializadas, una asociación, grupos de ayuda mutua, otras personas que también pasaban por lo mismo, y empecé mi camino de amistad con la tartamudez, que no te voy a negar que a veces me molesta pero todos los días aprendo a convivir con ella. Con tratamiento logré un habla más fluida y cómoda, y pude lograr todos mis objetivos personales y profesionales”. Hoy, años después, Clara María hace un balance: “Hoy estoy casada y tengo una hija de 3 años que también a veces se traba al hablar y que con una detección y tratamiento temprano mejoró muchísimo y es casi imperceptible, es por eso que es tan importante la prevención y la información, a maestros, a médicos pediatras, etc., y con el tiempo aprendí que lo importante no es la forma sino el contenido, solo necesitamos un poco más de tiempo. La pregunta es si la sociedad está dispuesta a dárnoslo. No hace falta que me termines las palabras porque se lo quiero decir, No hace falta que me digas que respire y me calme porque estoy tranquila. Hace falta que me mires a los ojos y me escuches, porque lo que tenemos para decir es más importante que la tartamudez”.