La primera vez que vi de cerca a Susana fue cuando ella hacía un programa de Hugo Moser y era la modelito que daba sus primeros pasos como actriz. Yo era manager de un grupo musical, Conexión Número 5, estaba ahí y no le podía quitar los ojos de encima. Y es que Susana le gustaba a todo el país, no había ni un hombre a quien no le gustara. El programa se llamaba La flauta, el flautín y la nota de humor. Pasaron los años, cuando terminó el ’91, Telefe ya era líder, le dije a Aníbal Vigil por tercera vez que quería a Susana en Telefe. Aníbal lo había intentado dos veces y no pudo ser, entonces me dice “andá y hablale vos”.
Viajé en avión ese día, llegué hasta la casa de ella en Mar del Plata, me recibió bárbaro, divina, después del mediodía, y estuvimos casi dos horas hablando. Ella estaba con Huberto Roviralta y le pregunté si le gustaría venir a Telefe. Me dijo que sí, y yo le recordé “antes también dijiste que sí, y no viniste”. Le pedí que firmáramos un contrato porque “si no firmás, no vas a venir”. Y confió en mí y firmó. A partir de ese momento llevamos 24 años de relación. Y en tanto tiempo lo más lindo de Susana, que lo tengo hasta el día de hoy, es la confianza y la credibilidad. En el ’97 le llevé un contrato para Telefe de tres años y Susana me preguntó “¿Por qué tres años?”, le expliqué las razones y le pedí que lo aceptara. Cuando lo tuve fui a la casa y empecé a leerle el contrato. Me mira y me dice “¿Qué hacés?”, “Te leo el contrato”, y me responde “¿Estás loco?, ¿está todo lo que me dijiste”, “Sí”, y firmó sin leer. Esa es la confianza que tenemos entre nosotros.
La última vez que habíamos trabajado juntos fue cuando le produje su programa para Telefe, y hacía seis años que estaba alejado de la televisión; recuerdo que empezaba el minuto a minuto, y sentía esa adrenalina, esa fuerza, muchas cosas diferentes. Y después de siete u ocho años nos volvimos a encontrar artísticamente para hacer esta obra de teatro, Piel de Judas. Estar todos los días juntos con un mismo objetivo es diferente, es bárbaro. ¿El riesgo? Para mí, el único riesgo es que ella no se sienta bien. Yo no asumo otro riesgo. No me importa la inversión, todo lo que estoy armando es parte de mi vida, es parte de mí y tengo la fuerza y las ganas de hacerlo. Que hoy por hoy no es poca cosa.
El otro día, cuando llegué al teatro pasé por la boletería y había una señora que quería comprar entradas y me quedé a oír qué decía. Pidió dos entradas y le dijo al boletero “quiero lo más adelante que tenga, esperé toda mi vida este momento, yo no me quiero morir sin ver de cerca a Susana” . Venía del interior. Se lo conté a Susana y se le pusieron los ojos brillosos, me pidió que no se lo contara, aunque después se queja porque no le cuento las cosas.
Este verano tuvimos muchas charlas sobre la vida en Punta del Este, lugar donde ella está más tranquila. Los dos estamos en una misma frecuencia, los dos creemos que esto no se termina acá, y podemos hablar horas sin aburrirnos. Es una mujer de mucha fe. Y yo soy un hombre de mucha fe. A partir de que falleció mi hija Romina empecé a leer, a buscar, a bucear más sobre este tema, que es lo que más me importa en la vida. Saber que el alma es inmortal y la vida eterna. De eso que siento, pienso y creo es de lo que hablamos con Susana. Ella sabe que ésta es una etapa, la próxima etapa es en otro mundo. Este es un mundo, y hay un mundo del cual vinimos y al cual volvemos, que es un mundo infinitamente mejor que este. Absolutamente feliz.
Ella se armó una vida fantástica en los últimos tiempos. Porque vos no necesitás más que cosas muy sencillas para vivir y ahí, para mí, estás tocando un grado de sabiduría. Ahora, vos podés pensar “mirá lo que decís si tiene La Mary, el otro campo, Miami”. Sí, fenómeno, pero, ¿dónde es feliz? Sentada en un sillón en La Mary leyendo un libro rodeada de sus perros, o con sus amigos, ésa es su felicidad. Los viajes, sí, ¿por qué no?, los viajes te abren la cabeza. Susana se rompió el alma para ganar lo que tiene, nadie le regaló nada. Y la verdad es que yo también. Esto es un evento, Susana hace más de veinte años que no está en un escenario. Y por otro lado creemos que hasta fin de agosto se quedará en el Lola Membrives, o sea, es una temporada corta.
Pensé en Arturo para dirigir porque Susana lo ama y él a ella, y más allá de lo profesional somos un grupo de amigos. El vestuario lo pensó Susana con Marcela Amado, su vestuarista desde hace 16 o 17 años, es de Georges Chakra y otros diseños de aquí. La obra tiene de todo, un elenco maravilloso, una escenografía de Alberto Negrín increíble, la música es original de Eduardo Zvetleman, a quien llamé porque el personaje de Antonio Grimau, marido de Susana en la ficción, es un eximio violinista y lo que se va a escuchar es una música épica, majestuosa. Esperemos que la gente sienta la misma pasión que nosotros ponemos al armar todo esto.
*Ex director de Telefe, productor de teatro y televisión con RGB, y de Piel de Judas, que se estrena el 19 de marzo.