Por Juan Manuel Herbella | El fútbol argentino vive uno de sus mejores momentos. Para engalanarlo, se vienen dos Superclásicos internacionales. El análisis del columnista de 442.
Juan Manuel Herbella
El fútbol argentino vive uno de sus mejores momentos futbolísticos. Para engalanarlo, se vienen dos “Superclásicos” por competencia internacional: Boca y River en una de las semifinales de la Copa Sudamericana. Primero, hoy en la Bombonera y la revancha en siete días en el Monumental. Lamentablemente la bonanza que se observa en el juego, va ligada a un presente dirigencial anárquico, que todavía no permite avizorar que tipo de torneo se jugará en la próxima temporada.
Desde que llegó Arruabarrena, a mitad de campeonato, Boca tiene un estilo definido y un funcionamiento que va engranando paulatinamente. El esquema táctico 4-3-3 puede tener variantes en los intérpretes pero no en su disposición. No es lo mismo que juegue el chileno Fuenzalida como extremo por derecha (con mayor compromiso defensivo) que Juan Manuel Martínez. No es lo mismo que esté Gago como mediocampista adelantado (con más tendencia a la distribución y el pase) que Castellani (con más impronta de ataque).
El arribo de Marcelo Gallardo transformó al River campeón de Ramón en un mejor equipo. Corto en variantes, el entrenador se inclinó por un once ideal que sale de memoria. La ausencia de alguno de ellos, principalmente en ataque, resiente el funcionamiento colectivo. No casualmente sin Teófilo Gutiérrez (con la Selección de Colombia) y sin Carlos Sánchez (convocado por primera vez al representativo uruguayo), River perdió el invicto de 31 partidos ante Estudiantes y empató de local con Olimpo. Las dudas aparecen en el peor momento de la temporada, en sólo siete días debe dirimir una parte importante de su semestre (la semifinal con Boca y en el medio, por el campeonato local, ante el escolta Racing).
“Estar en una semifinal es importante y más con lo que significa enfrentar a tu clásico rival. Será un partido en el que se va a sufrir y a disfrutar en ambos lados”, dijo el Vasco, quien aparenta estar disfrutando la previa, sin complicaciones y con equipo confirmado: Orion en el arco; Marín, Díaz, Forlín y Colazo en el fondo; Erbes como mediocentro; Gago y Meli como organizadores; Martínez, Calleri y Chávez arriba.
“Tenemos una buena energía para encarar esta recta final. A este equipo todavía le quedan cosas, pese a que se haya bajado el nivel los últimos partidos”, dijo el Muñeco, quien sufrió la previa y esperó hasta último momento el arribo de sus seleccionados. Como es habitual, no confirmó el equipo. Las ausencias y la fatiga acumulada lo han complicado.
Al momento de visualizar el próximo partido, hay un par de puntos claves para proyectar el juego y entender el análisis. En el arco, ambos cuentan con jugadores de jerarquía que pasan por un buen momento. Tanto Orion como Barovero fueron gravitantes para el presente de sus equipos. El de Boca se lució en la definición por penales ante Capiatá y el de River tuvo varias salvadas excepcionales en los últimos partidos (y un pequeño error ante Estudiantes).
De arranque, los cuatro defensores de River tendrán como referencia a los tres atacantes rivales. En el medio, Pisculichi buscará volcarse hacia la izquierda para jugar en la espalda de Meli, obligando a Erbes a desplazarse hacia la derecha si tiene que tomarlo. El duelo entre Gago y Sánchez promete ser uno de los puntos fuertes de la jornada. El sector izquierdo de Boca es el más endeble en defensa (varios goles llegaron tras desbordes por ese sector) y el andarivel derecho de River es el más gravitante en ataque. El visitante tendrá un hombre más en el medio, el local siempre encontrará espacios libres para la proyección inicial de los laterales.
Falta poco tiempo para que Boca y River se midan por cuarta vez en una eliminatoria directa por Copa internacional. Para el espectador neutral es un evento que promete emociones. Para el amante del fútbol, un juego cargado de matices que permite cotejar cuanto del análisis previo se condice con la realidad final. Para el hincha xeneize y millonario, es el todo o la nada, es la alegría o la tristeza desde acá hasta que termine el año.