La ex conductora debutó como monologuista en teatro. Critica los insultos a la Presidenta y cree que en la contemporaneidad se han perdido valores: “Si sos maleducado, trabajás igual”.
Está todas las mañanas junto a Lalo Mir en FM 100 y desde hace algunas semanas se la puede ver los jueves a las 23.30 interpretando Rococó, mujeres al filo. Comparte escenario con María Carámbula, Bimbo Godoy, Natalia Carulias y Diego Reinhold, con dirección de Enrique Federman, en La Plaza.
—Hace un año entró al programa de radio Lalo por hecho en la FM 100 Fernando Sanjiao, que es un especialista en stand up. Me insistió, me propuso su ayuda, y acepté.
—En tu monólogo parecería que el tema es tu separación…
—(Se ríe) Sí, pero porque cuando empecé a escribir a principio de año era mi obsesión. Al poco tiempo descubrí que los otros tenían la necesidad de consolarme y decidí que algo tenía que hacer. En el espectáculo no hablo de mi ex, pero cuento cómo actúan los que te rodean cuando una se separa.
—¿Cuáles son tus límites en el humor?
—No me meto nunca con los defectos físicos; si hago referencia a la gordura o la delgadez es a la mía. Siempre prefiero darme a mí, porque sé hasta dónde me puedo hacer daño con mi humor.
—Nuestra realidad: ¿te ayuda para hacer reír?
—Es un país bastante chusma. Creo que somos egocéntricos, la televisión habla de ella misma y necesitamos hablar de nosotros. Me parece que los porteños son ombliguistas, pero es que Argentina está armada de esa manera, debés pasar siempre por Buenos Aires para ir a casi cualquier provincia. Está todo mal repartido y dependemos del pene del Obelisco.
—¿La televisión es mala?
—Es un reflejo de nosotros, no creo que muestre algo que no somos. Si un programa mide alto es porque la gente lo ve. Desde que se iniciaron los programas sobre archivos –donde trabajé– empezamos a mirarnos más. Aunque una no quisiera saber nada del caso Angeles, hubiera sido imposible no enterarse, pero lo terrible es que olvidamos que hubo el asesinato de una niña de 16 años.
—Radio, televisión, teatro, cine: ¿qué preferís?
—¡Me gustaría morir en la radio! Aunque acabo de grabar para Underground un capítulo de La celebración, filmé con Adrián Navarro La Navidad.
—¿Aprendiste mucho como productora?
—Sí, sobre todo lo que no hay que hacer. Me llamaban “la zurdita”, porque aun siendo meritoria paraba en seco a algunos conductores famosos cuando sentía que había una injusticia. Creo que se perdió el artista y no debe importar tanto el tamaño de tu camarín. Estamos en una época donde todo se corrió de lugar. Si sos un mal educado, trabajás igual. La fama es una lupa que muestra lo bueno o lo malo que ya tenés adentro. No sabés de quién es la culpa, quién creó y alimentó estos monstruos, si fueron los productores u otros.
—¿Qué opinás de lo que se le dice a nuestra presidenta?
—Una puede estar de acuerdo o no con su política, pero ese nivel de vocabulario nos define. Seré vieja de cabeza porque me parece grave no respetar a la Presidenta y a su investidura. Se le dicen palabras horribles y se le falta el respeto. Creo que tiene que ver con lo femenino, a Néstor se le decía “el pingüino” o “el bizco”, pero nunca los insultos que Cristina recibe. Los agravios hacia las mujeres pasan por lo sexual, a pesar de los avances que logramos.