Domingo 26º del año «¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre? » (Mt. 21, 28-32) La parábola de los dos hijos nos señala con claridad cuál es la clave para saber si estamos o no en el camino de la voluntad de Dios, que es nuestra salvación. Jesús representa en estos dos hijos dos actitudes opuestas ante el pedido de su padre. Uno le dice que sí, pero no hace nada, el otro se niega, pero finalmente cumple el pedido. Hacer la voluntad de Dios no consiste en decir que sí, de labios afuera, en promesas, o en apariencias externas, para quedar bien delante de los demás o de Dios mismo. Solamente hacemos lo que Dios nos pide, si lo demostramos con los hechos, con nuestra vida… no solo con nuestras palabras.
En otras palabras, esta es la manera de saber si estamos convencidos de nuestro amor y nuestra fe en Dios: si ponemos en práctica lo que Dios nos pide, es porque le creemos y estamos convencidos; si en cambio no lo hacemos, quiere decir que le estamos creyendo a otro, que puede ser la propuesta de la mentalidad del mundo, de lo que está de moda, de lo cómodo y lo fácil, o de nuestras conveniencias personales e inclinaciones instintivas. Sucede que al preguntar a algún cristiano cuál es su religión, responde: católico, por supuesto. Sin embargo, frecuentemente no vive coherentemente con su fe, porque no lo demuestra con las obras. Por otra parte, hay quienes se dicen de otra religión, o incluso ateos, y sin embargo están más cerca del Evangelio que muchos cristianos «incoherentes»… porque viven lo más importante de la voluntad de Dios, que es el amor al prójimo. «La fe sin las obras, está muerta» nos dice Santiago. Obras son amores, y no buenas razones. Les deseamos Bendición y Gracia de Dios, Parroquia Santa Teresita.