Hoy, martes de la trigésima cuarta semana durante el año, se lee el libro de Daniel (2,31-45) donde el profeta interpreta un sueño de Nabucodonosor: «Dios suscitará un reino que nunca será destruido, sino que acabará con todos los demás»; y el evangelio de San Lucas (21-5,9) donde Jesús anuncia que un día será destruido el templo de Jerusalén, del que no quedará piedra sobre piedra».
San Silvestre Gozzolini, abad y fundador Nació en Osimo, Italia, en 1177. Estudió leyes y teología en Bolonia y Padua y fue luego nombrado canónigo en la catedral de Osimo. Asistiendo cierto día a los funerales de un hombre ilustre, pariente suyo, comprendió en qué terminan las vanidades humanas. Entonces decidió separarse del mundo.
Dejó todo lo que tenía y se retiró al desierto donde se dedicó de lleno a la meditación y a la penitencia. Más tarde levantó en el Monte Fano una iglesia en honor de San Benito, y con otros compañeros fundó una Orden religiosa benedictina, llamada de los Monjes Silvestrinos. Célebre en santidad, murió casi nonagenario en 1266.