» Todas las naciones serán reunidas en su presencia…» (Mt. 25, 31-46) Durante el transcurso del Año litúrgico, vamos recordando y reviviendo los acontecimientos más importantes de la Historia de la Salvación, sobre todo los realizados por medio de su Hijo Jesús, que constituyen el «misterio Pascual». Esta Historia de la Salvación, de la que nosotros somos parte, finalizará con la segunda Venida de Cristo. Es por eso que en la última etapa del Año litúrgico, reflexionamos sobre esta segunda Venida, al final de los tiempos. Hoy es el último domingo del Año, en el que siempre celebramos la Fiesta de Cristo, Rey del Universo. Precisamente en el Evangelio de hoy, El mismo se presenta como Rey, que «se sentará en su trono glorioso, y en cuya presencia serán reunidas todas las naciones».
Y como Rey, juzgará a todo hombre, de acuerdo al código que nos dejó como único mandamiento: «el amor».A los que lo adoptaron en su vida, y lo refrendaron con sus acciones, les dirá:»vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el principio del mundo.» En cambio a los que no tuvieron en cuenta este mandato, a los que se encerraron en su egoísmo, les dirá: «Aléjense de mí, malditos, vayan al fuego eterno…» El amor se demuestra con obras, con hechos: lo que hacemos por los demás. Qué simple que es esto, y con qué claridad lo explica Jesús. No solo nos lo aclaró, sino que también sabemos cuál va a ser la única pregunta que nos va a hacer: «¿qué hiciste por los demás, por tus hermanos…?»
No es suficiente una limosna de vez en cuando, sino acercarse al necesitado, al indigente: «lo que hicieron con el más pequeños de mis hermanos, lo hicieron conmigo», les dirá el Rey; y «lo que no hicieron con ellos, tampoco lo hicieron conmigo». Por eso nos dice San Juan: «al final de la vida, seremos juzgados en el amor». No le sigamos la corriente a la mentalidad de este mundo, que nos incita al egoísmo, a «hacer la mía…», eso desemboca en el fuego eterno. Tenemos un Rey que nos ama, (y cómo!), y su Reino es de Amor, de justicia y de paz. Qué hermoso será encontrarnos con nuestro Rey, que sonriente nos diga: «vengan benditos de mi Padre..» Viva Cristo Rey. Que viva en cada uno de nosotros, y hagámoslo presente con las obras de Amor. Parroquia Santa Teresita