San Bernardo, abad y doctor Nació en Francia en 1091 y llegó a ser el monje más ilustre de su siglo. Abrazó la vida monástica en el Císter, del viejo tronco benedictino, y a la edad de 24 años, llegó a ser el primer abad del monasterio de Claraval, que tenía 700 monjes. San Bernardo fue consejero de príncipes y papas, predicó la segunda cruzada a los Santos Lugares de Jerusalén. Fue el verdadero árbitro del siglo XII, combatiendo las teorías de Abelardo y desenmascarando a otros herejes. Al morir, en 1153, dejó fundados 160 monasterios de su Orden, cuando los cistercienses constituían un verdadero ejército de monjes dedicados a la oración y al trabajo manual.
Sus libros de mística, controversia, sermones y miles de cartas, revelan su verdadera influencia. Pío VIII lo declaró doctor de la Iglesia, y se lo considera el último de los «Padres de la Iglesia Latina». San Samuel, profeta Vivió en los reinados de Saúl y David. Ungió a estos dos monarcas del pueblo de Israel. Su vida la cuenta la Sagrada Biblia en los libros de los Reyes. Murió muy anciano, el año 1043 antes de Cristo. Según refiere San Jerónimo, su cuerpo fue trasladado a Constantinopla en el reinado de Arcadio, siglo V.