Domingo 15º del año «El sembrador salió a sembrar…»(Mt.13, 1-23) Jesús hablaba a menudo valiéndose de «parábolas», que son hechos o situaciones de la vida ordinaria, que luego Jesús aplicaba por comparación al mensaje que quería dejar. El Evangelio de hoy nos presenta una de las parábolas más emblemáticas, la del «sembrador». La siembra se hacía al «voleo», y no todas las semillas caían en la tierra preparada, sobre todo en los bordes del campo. Jesús explica a sus discípulos el significado de cada elemento de la parábola: La semilla es la Palabra de Dios, que siempre es fecunda, buena; el sembrador es Jesús, que sembró el mensaje de Dios en nosotros, que somos el terreno, del cual dependerá la suerte de la semilla.
Si recibimos la Palabra sin comprenderla, o distraídos, desaparece pronto como la semilla caída al borde del camino: está expuesta, y la comen los pájaros, es decir el Maligno, la tentación. Podemos recibirla como el terreno pedregoso: el calor del sol le quema las raicillas apenas brotan: es lo que sucede con el que es inconstante, cómodo, débil de voluntad: no tiene fuerza y sucumbe ante cualquier dificultad. También están los representados por el terreno lleno de cardos: aunque la tierra sea buena, las múltiples preocupaciones materiales (cardos), ahogan la plantita que llegó a brotar, y no puede dar fruto.
Solamente produce fruto la semilla caída en tierra buena, la Palabra de Dios que recibimos con preparación y disposición humilde, dejando de lado otras preocupaciones. Allí dejamos actuar a Dios, y El produce en nosotros los frutos de la paz, del amor, y de las obras de bien, en tanto mayor grado, cuanto más estemos abiertos a El mediante la Fe. No podremos esperar frutos, si no preparamos esmeradamente nuestro terreno. El Señor nos abra el corazón, para que podamos fructificar el 100% por uno.
Bendiciones y feliz día del Señor. Parroquia Santa Teresita.