San Zenón, obispo. Nacido en el norte de Africa, fue obispo de Verona, Italia, el año 362. Su austera vida y el ejercicio constante de la caridad fue el ejemplo que movió a muchos paganos a pedir el bautismo e ingresar en la Iglesia. Luchó con gran celo contra la herejía arriana. San Ambrosio, que fue contemporáneo suyo, habla de la apacible muerte del santo, ocurrida el año 372. Sin embargo San Zenón puede considerarse mártir, por lo que tuvo que sufrir en las persecuciones de Constancio, Juliano y Valente. San Julio I, papa.
Gobernó la Iglesia cuando los arrianos se hacían fuertes con el apoyo del emperador Constancio. Condenó las asambleas de Tiro y Antioquía, que tenían por objeto destruir la fe proclamada en el Concilio de Nicea. Frente a ellas hizo celebrar el concilio de Sárdica, donde se reivindicó a San Atanasio y se tomaron numerosas medidas para mantener la ortodoxia y la disciplina. Murió el 12 de abril del año 352.