San Pablo Miki y compañeros, mártires. Son los primeros mártires cristianos canonizados de todo el Extremo Oriente. San Pablo Miki era un jesuita de noble alcurnia y gran predicador, que fue crucificado por orden del emperador del Japón, junto con 26 compañeros en una colina cerca de Nagasaki el año 1597. Del grupo de mártires, veinte eran japoneses, entre los cuales además de San Pablo Miki, se destacan San Juan Goto y Santiago Kisai, también jesuitas; San Francisco Cayo, soldado; San Francisco de Miako, médico; San León Kasaki, y tres niños de 13 años. Había también seis franciscanos no japoneses: San Pedro Bautista, San Martín de Aguirre, San Francisco Blanco, San Francisco de Miguel, todos españoles; San Felipe de las Casas, mexicano y San Gonzalo García, indio de origen portugués.
San Amando obispo
Fue el gran misionero de Flandes y del norte de Francia en la época de los merovingios. En el año 629 fue ordenado obispo con el encargo de enseñar la fe a los paganos. No obstante la actitud hostil de la población, su labor perseverante, que por mucho tiempo pareció estéril, logró al fin que la gente acudiera en multitudes a recibir de sus manos el bautismo. Murió en Elnone en el 676. Santa Dorotea, virgen y mártir. Era una joven cristiana que por negarse a adorar a los ídolos paganos y a casarse, fue sometida a crueles tormentos por Fabricio, gobernador de Cesarea en Capadocia. Una leyenda relata que cuando era conducida a la ejecución, un joven abogado llamado Teófilo se burló de ella y le pidió que le enviara fruta del jardín a donde iba. Dorotea oró a Dios y apareció una canasta con tres manzanas y tres rosas que envió a Teófilo quien luego de probar la fruta se hizo cristiano y posteriormente dio su vida por la fe. Dorotea murió mártir en el 303.