Domingo 31º del año Conmemoración de todos los Fieles Difuntos.
«Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?» (24, 1-8) Puesto que hoy es el día de la Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos, la liturgia no es la del Domingo 31º, sino de los Difuntos, que son la porción de la Iglesia que ya terminaron esta vida, y están en la eterna. Jesucristo es la Cabeza de la Iglesia, que es su Cuerpo. Esta Iglesia o Comunidad vive en tres estados o situaciones: la Iglesia «militante», la constituimos los que estamos peregrinando en este mundo, en camino hacia la Patria eterna. La Iglesia «triunfante», es la inmensa multitud de fieles que ya han pasado la prueba de esta vida, y están participando por siempre de la felicidad del mismo Dios, que es el Amor eterno. Y la Iglesia «purgante» la constituyen todos los fieles que terminaron esta vida, y si bien murieron en estado de «Gracia», es decir que conservaron su fe y confiaron en la Misericordia Divina, sin embargo deben «purificarse» de todas las consecuencias que las infidelidades del pecado les han causado; es lo que llamamos el Purgatorio, y la purificación es dolorosa, pero sufrida con amor, ya que está la firme esperanza de acceder a la felicidad eterna.
Es precisamente por estos hermanos nuestros que oramos en este día, (lo podemos hacer todos los días), para contribuir con nuestra oración a la purificación de todas esas almas. La Iglesia nos invita a ejercer nuestra Caridad, orando por los Fieles Difuntos, pues aliviamos su sufrimiento y aumentamos su amor. Todo esto tiene sentido en nuestra Fe cristiana, pues creemos en la Resurrección, garantizada por el mismo Jesús; los ángeles le respondieron a las mujeres en el sepulcro: «Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?». Los seres humanos estamos destinados a la vida eterna, para siempre. La muerte es sólo el paso a la Vida definitiva, eterna. En el Prefacio de la Lirugia de hoy decimos: «la vida no termina con la muerte, sino que se transforma». Qué triste y vacía debe ser la vida del no creyente, que se pierde lo más importante, que es la vida eterna; para él lo único seguro es la muerte. Para nosotros, en cambio, la muerte es segura, pero la última palabra es la Vida, la Resurrección para la Vida eterna. Pensar frecuentemente en la propia muerte, nos ayudará sin duda a vivir mucho mejor, a no desviarnos ni desanimarnos, a mantener el rumbo de la Patria definitiva en los brazos del Padre. Con Fe y esperanza, los acompañamos, Parroquia Santa Teresita