San Antonino, mártir Según una tradición oriental, era un tallador de piedra, sirio, que vivió en el siglo IV. Para escapar de la furia de los paganos de su ciudad natal a quienes fustigaba porque adoraban a imágenes de piedra, se refugió en la ciudad de Ipomea. Allí el obispo le pidió que construyera una iglesia. Apenas comenzada la obra los paganos se enfurecieron de tal forma que destruyeron la construcción y mataron a Antonino.
Desde los tiempos de Sancho el Mayor, en el siglo X, Antonino fue un santo muy popular en España. Se lo venera en Palencia, donde se encuentran sus reliquias, aunque se desconoce cómo llegaron allí. San Justo, obispo Gobernó la Iglesia de Lyon hacia el año 350 y tenía como discípulo y catequista a un joven llamado Víctor. Un día obispo y discípulo huyeron a Egipto y se ocultaron en el desierto de Scete. Consumido por las penitencias el santo obispo falleció el 14 de octubre de 390 y siete días más tarde su discípulo. Los habitantes de Lyon trasladaron los cuerpos a su ciudad y los sepultaron en la iglesia de los Macabeos que más tarde tomó el nombre de San Justo.