Sin ganas de vivir en Argentina

Sin ganas de vivir en Argentina El músico, hermano de Cecilia Roth, dice que ve mejor al país pero que no desea desarraigar a sus hijos españoles.
  Sin ganas de vivir en Argentina

Ariel Rot ni piensa en volver a vivir en Argentina. Sí desea, a partir de ahora, estar más tiempo en el país que lo vio nacer allá por abril del ’60. “Estoy armando una banda de músicos argentinos para venir más seguido bien y ligero de equipaje”, dice este músico que fue parte de Tequila y Los Rodríguez y que ya tiene una fecha confirmada en Buenos Aires –el 5 de abril del año próximo- para presentar su nuevo disco, La huesuda. Hijo de la cantante Dina Rot y hermano de la famosa actriz Cecilia Roth -ella con “h” final, él no, cosas que pasan-, Ariel vive en España desde 1976, cuando su familia se exilió para escapar de la dictadura militar argentina. “Difícil pensar en un regreso hoy –explica-. Tengo una familia española, mis hijos van a la escuela allá y los veo felices y sanos, con muchos amigos. Las cosas están complicadas en España, pero espero que se normalicen un poco. Yo ya me fui de un país de chiquito, por razones de fuerza mayor y sin saber si volvía, y no es una buena experiencia”.
—¿Cómo está Madrid hoy en relación a la ciudad a la que llegaste a mediados de los ’70?
—¡Horrible! Creo que vamos a pasar la Navidad más triste que recuerde. Cuando yo me fui de Argentina, acá era todo puertas para adentro y en España la gente vivía en la calle. Ahora es al revés. Acá veo mucha movida en la calle y España se ha ido entristeciendo. Madrid, en particular, progresó poco en los últimos años. En cuanto a recintos para música en vivo, por ejemplo, tiene una oferta muy pobre para ser una capital europea. Y hay más agresividad. Hace unos días fui a escuchar poesía a un lugar medio punki y quise salir a fumar afuera con una copa de cerveza y casi tengo que pelearme con un tipo de seguridad que me empujó. También está este fenómeno del botellón, que es grave. Pareciera que la gente más joven está buscando un coma etílico… En los ‘80 también había cierto descontrol, pero todo giraba alrededor de algo artístico: un concierto, una exposición de fotografía, un desfile de moda, un happening… El objetivo principal no era drogarse o terminar borracho.
—¿Te seguís sintiendo un rockero?
—Trato de huir del cliché y de los estereotipos del rock, pero no puedo negar que el lenguaje con el que aprendí a hablar es ése. Puedo ser más ambicioso, eso sí, porque escucho otras cosas y trato de incorporarlas a mi repertorio, pero siempre desde la perspectiva del rock. Hay una manera de tocar, de cantar y de “descuidar” las grabaciones que son propias del género, no puedo desmarcarme mucho de ahí.
—¿Hay algún eje conceptual en tu nuevo disco?
—Mi único criterio es el de la calidad. Este disco lo compuse mientras estaba de gira solo. Lo armé con la idea de subir a un escenario y tocar todo el disco yo solito. Hoy hay que tener un status muy alto para mantener una banda e irte de gira. Eso lo pueden hacer los que la industrioa considera “triunfadores”. Pero cuando observo la vida de esos triunfadores, la verdad es que no me produce mucha envidia. Me siento contento de poder salir a hacer las compras.