El comisario Roncaglia es oriundo de Chajarí, pero hizo buena parte de su carrera en Capital Federal, donde reside y es considerado uno de los oficiales más capacitados en temas de narcotráfico en la República Argentina.
El voraz incendió ocurrió cuando Roncaglia, de 61 años, y su perra Luna dormían en la habitación principal de una casa del barrio privado Chacras de la Cruz, en el partido de Exaltación de la Cruz.
Es la segunda vez que Roncaglia salva su vida de milagro. En junio de 2013 estuvo al borde de la muerte. Fue herido de gravedad cuando estaba por ingresar con su camioneta en el garaje de su casa de Olivos, en Vicente López. Fue sorprendido por tres delincuentes que, ante su resistencia, lo balearon y huyeron. Recibió dos tiros: uno en el tórax y otro en la mano derecha.
“No puedo creer que me haya salvado otra vez. No faltó nada para morirme. Lamentó lo de Luna. Cuando el bombero que la encontró en el living la trajo en brazos, me quería morir. Ella era mi compañera. Era especial. Tengo mucha amargura”, relata Roncaglia. Roncaglia cree que el fuego se inició a partir de una chispa del hogar que dejó encendido cuando se fue a dormir.
Antes de irse a dormir, el exjefe de la PFA tiró en el hogar un tronco para mantener caliente los ambientes. Supone que una chispa que cayó en una alfombra o en un sillón dio origen al incendio.
“Me despertó la alarma. Es extraño porque no tenía detector de humo. Pensé que habían entrado ladrones y lo primero que hice fue agarrar la pistola que estaba en la mesita de luz”, recuerda el exjefe de la PFA. Pero, pronto, Roncaglia advirtió que no había ladrones en la casa, había humo. “Abrí la puerta de la habitación y sentí mucho calor. No entendía nada porque estaba medio dormido. Me estaba intoxicando con monóxido de carbono”, cuenta.
Después de abrir la puerta de la habitación, Roncaglia despertó a Luna. “Vamos, vamos”, le dijo para que la perra lo acompañara hacia la puerta principal y poder salir de la casa. Pero cuando el exjefe de la PFA abrió la puerta, hubo una explosión y el fuego comenzó a devorar la casa. Luna en vez de salir de la casa, se desorientó y quedó en el living, donde murió asfixiada. “La llamaba, la llamaba, pero no la encontraba. Por un momento tuve la esperanza de que se haya ido corriendo por el parque. Pero, después de que los bomberos sofocaran el fuego, la encontraron en el living”, recuerda.
“Salvarme fue un milagro. Volví a nacer. El fuego ya estaba en el baño de la habitación en suite cuando me desperté”, sostiene Roncaglia. El comisario general (R) había ido a pasar el fin de semana a su casa de Chacras de la Cruz. Además de salvar su vida, agradece no haber estado acompañado de ninguno de sus hijos. Es padre de dos varones. Una pistola que Roncaglia había dejado en la mesa del living se prendió fuego y el calor hizo que estallaran las balas y se escucharan una serie de explosiones. “Siento mucho dolor por la muerte de Luna. Era mi compañera”, durante la charla con La Nación está presente el recuerdo de la perra. Se la había regalo un instructor de la PFA que lo acompañó en su paso por la Superintendencia de Drogas Peligrosas. El ataque a balazos que casi mata a Roncaglia fue el 1 de junio de 2013, cuando el jefe policial volvió a su casa después de un operativo antidrogas en Campana. Nueve años después volvió a estar cerca de la muerte. “Es increíble, me pasan cosas, pero logró salvarme. Volví a nacer”, afirma Roncaglia, mientras vuelve a llorar por Luna.