Ya con Radaelli como DT, el equipo no mostró ideas, empató 0-0 ante Central, y su gente se fue enfurecida. Sava y Gareca, lejos del banco.
Racing tiene la particularidad de hacer parecer que sus malas rachas son eternas. Tan eternas que ni siquiera cambios de timón bruscos, como la partida de Mostaza Merlo de la dirección técnica, pudo darle un poco de aire a este año nefasto en el que sumó 20 derrotas en 36 partidos (8 victorias y 8 empates). El interino Fabio Radaelli metió mano en el primer equipo y puso seis cambios con relación al equipo que perdió con River, en el Monumental. Un Racing juvenil para enfrentar al duro Rosario Central. ¿Resultado? Pésimo empate sin goles en Avellaneda.
En situaciones como la que atraviesa la Academia el estado de ánimo es casi, o más importante, que el futbolístico. Y lo peor que le puede pasar a este equipo es jugar en esa olla a presión que es el Cilindro. Porque los nervios de los hinchas hacen imposible que cualquier idea pueda llevarse acabo. Jueguen veteranos de mil batallas o pibes que recién arrancan.
El partido fue una gran imprecisión. Racing quería pero no podía y los rosarinos esperaban los errores rivales para atacar de contra. Roger Martínez insinuó con su potencia pero pocas veces pudo desequilibrar a la defensa canalla. Cuando lo hizo se encontró con un Mauricio Caranta que respondió perfectamente cada vez que lo exigieron.
Los visitantes tampoco se mostraron poco dispuestos a cambiar el rumbo de la historia. Lejos de ser ese equipo divertido de ver, que tiene a la mitad de la cancha como un lugar de paso y no de lucha, fue un equipo espeso, sin lucidez para sacar provecho del mal momento local. Apenas una media vuelta de Castillejo, a los 33 del primer tiempo, que exigió a Saja a controlar en dos tiempos. Poco. Muy poco.
En el complemento, Racing fue un poco más punzante pero igual de ineficaz ante el gigante 1 visitante. Gabriel Hauche estuvo cerca de abrir el marcador para aliviar un poco esa tensión que dominaba la escena. El ingreso de Viola por Guillermo Hauche pretendía ser ofensivo. Pero la intención no se tradujo en la cancha porque el delantero no encontró los espacios ni pudo desequilibrar con su talento. Ni siquiera jugar con uno más durante los últimos diez minutos, por la lesión de Méndez con los cambios ya completos en Central, le sirvió a este Racing para cambiar el mal rumbo. Otra noche en el Cilindro. Otra despedida con silbidos. ¿Habrá alguien o algo que pueda cambiar este presente? Todos los hinchas de Racing se preguntan lo mismo.