Por Marcelo Rodriguez
Volvió San Lorenzo. El equipo que tenía que aterrizar puso los pies en la tierra; su tierra. A falta de diván, la obsesión por la Copa fue superada en la cancha. El campeón de América no lograba enfocarse en el torneo local, en el que hasta ayer apenas había ganado un partido.
Encima, Godoy Cruz dio el primer golpe y pareció que zapateaba sobre los restos de un equipo que había extraviado su esencia en el avión que llevó a Nacho Piatti del fútbol al soccer.
San Lorenzo ayer tuvo a su Piatti en dos futbolistas: entre Ortigoza –marcó de penal, su especialidad– y Romagnoli masticaron el juego y fueron decisivos para asistir a sus compañeros. El cinco, como lazo entre los centrales y el resto. Pipi, con un recorrido de volante y media punta. De hecho, fue el autor intelectual del segundo gol: puso la pelota en el área, que luego de un rebote quedó servida para la definición de Cauteruccio.
Cambiar a tiempo. Primero hay que saber sufrir. San Lorenzo debió absorber el golpe de Godoy Cruz, que apenas consiguió un punto de los últimos nueve. Después barajó y dio de nuevo para el segundo tiempo, cuando encontró los goles. Un autohomenaje: ayer se cumplió un mes de la obtención de la Libertadores.
Con la ventaja, los titiriteros mencionados llevaron a San Lorenzo a un triunfo seguro, que pudo ser más amplio si Blandi acertaba su remate desde otro planeta, ante un arquero que sólo podía desviar la pelota con la mirada. De todos modos, al final hubo silencio en la tribuna cuando Godoy Cruz coqueteó con el empate.
San Lorenzo ganó con la chapa de equipo que pretende volver a parecerse a sí mismo. Además del tándem Ortigoza-Romagnoli, recuperó a Cauteruccio: el delantero anotó por primera vez su nombre en la planilla de goleadores del torneo.
La primera victoria del Ciclón de local fue en una tarde fría. Una tarde en la que San Lorenzo asomó para volver.