Los recientes casos de racismo en el fútbol y la NBA.
Juan Manuel Herbella
Árboles sureños cargan extraños frutos/ Sangre en las hojas, y sangre en la raíz/ Cuerpos negros se balancean a la brisa sureña/ Extraños frutos penden de los tuliperos. Escena pastoral del galante sur/ Los ojos saltones y la boca retorcida…Aquí está el fruto (que alardea coraje) para que arranquen los cuervos/ Para que la lluvia tome, para que el viento chupe/ Para que el sol descomponga, para que los árboles suelten/ Esta es una extraña y amarga cosecha. Strange fruit (Fruto extraño) de Billie Holliday
A finales de la década del 30, mientras en la Argentina se vivían los estertores de la “Década infame” y en Europa comenzaba la “Segunda Guerra Mundial”, un profesor blanco, judío y comunista que daba clases en una escuela del Bronx (Abel Meeropol) compuso un poema inspirado en una fotografía tomada a miles de kilómetros de distancia De un árbol frondoso, en el Estado de Mississipi, colgaban dos cuerpos de jóvenes negros ahorcados. El poema se tituló “Strange Fruit” y por temor a represalias fue publicado bajo el seudónimo de Lewis Allan, en The New Masses, una revista vinculada al Partido Comunista Norteamericano: luego el poema se transformaría en canción.
El deporte profesional, con la globalización, se convirtió en la mayor caja de resonancia que existe en la tierra. Una acción llamativa, un acto loable o una actitud para reprobar cobra visibilidad mundial en cuestión de horas y casualmente en estos días, por distintas circunstancias, ocurrieron hechos que demuestran que pese al progreso en materia de derechos humanos, hay reductos en el mundo del deporte que aún destilan ranciedad.
En menos de una semana hubo dos casos fuertes de racismo en el deporte.
Los Angeles Clippers (campeón de la División del Pacífico de la NBA) enfrenta una difícil serie de playoff de Conferencia Oeste frente a Golden State Warriors (segundo de la misma división), debido al buen presente de su rival y al desequilibrio interno generado por las “escuchas” del propietario de la franquicia (Donald Sterling). Hace unos días, se filtró una charla del Sr. Sterling con su joven novia, 50 años menor y de tez oscura, donde se lo oye reprenderla enfáticamente por sacarse fotos con “gente negra” (entre ellos, el mítico Magic Johnson) y publicarlas en la red social Instagram.
Las reacciones no tardaron en llegar. El equipo precalentó para el cuarto juego de la serie con la indumentaria al revés (para no mostrar el nombre y el logo del equipo) y llevaron medias o muñequeras negras (también lo hicieron otras franquicias de la NBA) como acto de apoyo para la comunidad afroamericana. Desde todos los ámbitos se alzaron voces de condena contra las declaraciones del mandamás de los Clippers. Barack Obama dijo que “cuando personas ignorantes presumen de su ignorancia, no hay gran cosa a hacer, salvo dejar de hablar de ellas”. LeBron James (el mejor jugador de la actualidad) fue contundente con su frase: “No hay lugar para Donald Sterling en la NBA”. Magic Johnson prometió que (dado que no lo quiere) no asistirá más a un juego del equipo mientras Sterling sea su dueño. Michael Jordan (el mejor jugador de la historia y titular de la franquicia Charlotte Bobcats) comentó que como propietario estaba disgustado de que un colega tenga esos puntos de vista tan repugnantes y ofensivos, y que como ex jugador, estaba completamente indignado. La NBA decidió suspenderlo de por vida para asistir a entrenamientos y partidos, lo multó con dos millones y medio de dólares de castigo y está buscándole un comprador al equipo para forzar su salida del ambiente basquetbolístico. En este escenario caótico, deberá disputar el quinto partido.
Por otro lado, en el fin de semana de la Liga española de fútbol, ocurrió un incidente con el lateral brasileño Dani Alves. En el Madrigal el Barcelona visitaba al Villareal y, promediando el segundo tiempo, Alves se disponía a ejecutar un tiro de esquina cuando le arrojaron una banana desde las gradas. La reacción del lateral dio vuelta al mundo porque lejos de enojarse o de dejarlo pasar, peló la fruta y le dio un mordiscón en pleno partido. No es la primera vez que ocurre un incidente de este estilo (Roberto Carlos en 2011 sufrió lo mismo en Rusia) pero la severa decisión del Villarreal de excluir de por vida al agresor puede servir para que el público tome conciencia y estas actitudes no se reiteren.
“Ya me decía siempre mi padre: hijo, come bananas que evitan los calambres”, escribió Dani Alves en su página de Facebook, con la intención de “tomarse en broma” a estos retrasados y descontracturar la situación. Si bien es cierto que el lateral del Barcelona lleva más de diez años viviendo en España y conoce el “folklore del fútbol”, donde actitudes de esta índole buscan irritar al jugador para conseguir una ventaja deportiva, la opción de ridiculizar la situación, a mí criterio, no es la más aconsejable.
Es importante recordar que hubo un tiempo donde de los árboles colgaban “frutos extraños” y está claro que no se parecían a las bananas que, por otra parte, no necesariamente previenen los calambres.