Los 17 futbolistas juveniles que se entrenan junto al plantel de Alejandro Sabella en Brasil. Cómo viven un momento único junto a sus ídolos. Fotos.
Están en Brasil, viajaron en el mismo vuelo charter que la selección. Duermen en distintos edificios pero dentro de Cidade da Galo, a pocos metros de las figuras. Entrenan en canchas paralelas y, cuando Alejandro Sabella los llama, hacen fútbol con los 23 elegidos. Son chicos y aspiran a estar ahí, del otro lado. Son los 17 sub 20 que Humberto Grondona eligió para ser sparrings; para, como dicen ellos, “ayudar a potenciar a los futbolistas para que estén en su rendimiento más alto”.
Los sparrings son un grupo de jugadores menores de 20 años que están a disposición del cuerpo técnico encabezado por Pachorra: si bien practican en lugares diferentes, cuando el entrenador quiere hacer algún trabajo específico, recurre a ellos. A la vez, de estos chicos son la base de la selección juvenil que disputará el Sudamericano de Uruguay -en enero- que clasificará al Mundial de Nueva Zelanda -a mediados del año próximo- y a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016.
De los que están en Brasil, solo cuatro debutaron oficialmente con sus clubes en Primera División: Giovanni Simeone, Tomás Martínez, Juan Cruz Kaprof (River) y Rodrigo Contreras (San Lorenzo).
Emanuel Mamanna, por su parte, actúo frente a Eslovenia, en La Plata, con los mayores. Pero tuvo su estreno con el primer equipo de River. “Para mí es un sueño: cuando le pueda contar a mi familia que hice de sparring a Messi, a Higuaín, al Kun, a todo este plantel de jugadores, va a ser algo único”, dijo.
Para Simeone la decisión fue fácil: a pesar de tener la oportunidad de hacer otra pretemporada en su club, eligió integrarse al grupo de juveniles. El, con sus 18 años, pretende aprovechar la chance de practicar con los mejores delanteros del mundo. “Los quiero copiar”, dice. Y sabe qué mirar de ellos: “Están siempre bien perfilados para el gol. Nunca están de espalda. Pierden menos tiempo adentro del área”, cuenta. Su papá solamente le recomendó que disfrutara.
Enrique Sánchez juega en la cuarta división de Vélez. Es lateral izquierdo y, en los ensayos formales de fútbol, marca al capitán de la Selección: Lionel Messi. “Es increíble –revela-. Cuando la tira larga, pienso que le voy a ganar cortándolo. Y me gambetea fácil. Lo marco, me confío porque pienso que se la saco y él, con un movimiento, me limpia”.
Si bien en Vélez practicaba con Mauro Zárate y Lucas Pratto, dice que “esto es distinto”. La diferencia, para él, está en la velocidad. Y en la técnica: “Esa combinación los transforma en los mejores del mundo”, cuenta
Tiago Casasola, central de la cuarta división de Boca, aporta un nuevo concepto: la humildad. “Te felicitan cuando hacés algo bien, te alientan cuando te equivocás. Buscan que nos relajemos, que disfrutemos. Tiran chistes. La relación con nosotros es la mejor y nos sorprende: gente que ganó tantas cosas, que nos trate así, que se ponga a la misma altura que nosotros, es increíble.”, cuenta el único representante que tiene el Xeneize entre los juveniles.
Los chicos saben que los protagonistas, en Cidade do Galo, son los mayores. Por eso son conscientes de la premisa más importante: cuidarlos, no ir fuerte. Si bien nadie se los aclaró literalmente, es un código tácito. Si es necesario, una mirada alcanza para que el mensaje llegue: “Aflojá”.
Casasola y Simeone coinciden en quién es el que más los sorprendió: Javier Mascherano. El delantero de River se asombró la primera vez que lo vio entrenar: “Practica como juega. Deja todo. Contagia las ganas de entrenar”, dice. Tiago lo admira como líder: “Estuvo en los procesos juveniles y, por eso, entiende lo que estamos pasando. Se nos acerca, nos da fuerza. Hizo una carrera increíble. Y me encanta como juega”, cuenta.
A la hora de “cholulear”, son tímidos: todavía no pidieron camisetas. Sánchez es el único que quiere la de Messi porque “se la piden todos sus amigos”. A Casasola le gustaría traerse la de Mascherano. Y a Simeone, ninguna. Él no es de pedir remeras. Pero sabe qué aspira a llevarse de Brasil: “La forma de alimentarse, de descansar de estos futbolistas. Cómo se concentran antes de partidos tan importantes. Me gustaría copiar y aprender de ellos porque apunto a que algún día que me pase eso a mí”.
Sabella, el detallista. Era el primer día de los juveniles en Ezeiza. Los mayores todavía disfrutaban sus últimos momentos de vacaciones. Llovía a cantaros. Sabella juntó a los sparrings en el centro de una de las canchas del predio. Les agradeció por estar ahí. Les dijo que todos estaban para aprender: los chicos de ellos, y ellos de los chicos.
Humbertito miraba desde un costado. Y, durante media hora, les hizo hacer un trabajo táctico de salida y presión muy específico.
“Es un tipo muy detallista, está en las pequeñas cosas”, dice Simeone. Cuando trabajan con los mayores, es Sabella el que les da indicaciones: “Lo que nos dice nos sirve a nosotros como jugadores, son muy buenos consejos”, afirma Sánchez.
Sobre cómo le irá a la Selección, los tres coinciden: “Es un grupo muy unido, muy lindo: creo que podemos salir campeones”. Y si sucede, ellos también se colgarán su medalla: “Vamos a sentir que una partecita es nuestra: por nuestro aporte, nos sentiremos campeones del mundo”.
Fueron chicos, son estrellas. Algunos jugadores de este plantel fueron sparrings. Javier Mascherano y Pablo Zabaleta fueron dos de los cinco que volvieron rápidamente de Corea y Japón, en 2002. En aquel momento, a Javier lo golpeó ver la tristeza de los futbolistas que acababan de ser eliminados en primera ronda. Él todavía no había debutado en la Primera de River. Pero Bielsa lo marcó: al año siguiente y, como Mamanna, tuvo su presentación con la selección mayor, incluso antes de hacerlo en su club.
Zabaleta ya había debutado en San Lorenzo, y asomaba como un muy buen lateral derecho. A ese grupo de chicos lo completaron Gonzalo Rodríguez, Leonardo Pisculichi y Marcos Charras.
En Alemania 2006, Mascherano fue titular, de la mano de Néstor Pekerman. En ese Mundial, como sparring estaba Ángel Di María. También fue uno de los juveniles que disputó el partido despedida de la selección, cuando el sub 20 enfrentó a los jugadores que viajaban a Alemania. El llevaba había aparecido hacía seis meses en Rosario Central: era una aparición muy esperanzadora.
Además del Fideo, en ese grupo de sparrings estuvieron, entre otros, Matías Sánchez, Papu Gómez, Agustín Marchesín y Guillermo Burdisso. Ese grupo de jóvenes fueron los que, un año después, ganaron el Mundial sub 20 de Canadá y, en 2008, se quedaron con la medalla de oro en Beijing, de la mano de Juan Román Riquelme, Lionel Messi y Sergio Agüero.
De los que viajaron a Sudáfrica, ninguno participará en Brasil. Pero varios lograron afianzarse en Primera: Germán Pezzella y Ramiro Funes Mori consiguieron mucha continuidad en River; Nicolás Tagliafico estuvo en Europa y fue clave en el reciente ascenso de Banfield; Facundo Ferreyra salió campeón en Vélez y ahora juega en Ucrania y Juan Manuel Iturbe que, después de un paso por el Porto y River, brilla en el Hellas Verona.
(*) Esta nota fue publicada en la edición impresa del Diario PERFIL.