Valeria Martínez Benegas fue perdiendo la visión de manera progresiva. En 2º año de la facultad dejó de ver y, si bien tuvo varios inconvenientes personales, “alcancé mi objetivo”, manifestó la licenciada mendocina.
Valeria Martínez Benegas tiene 43 años y hace cinco días se recibió de Licenciada en Trabajo Social, en la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo). El logro fue celebrado no solo por la mujer sino por sus familiares y amigos. «Más de 15 años tardé en recibirme, pasaron muchas cosas en el medio, pero alcancé mi objetivo», contó la licenciada.
Uno de los mayores obstáculos que tuvo que afrontar fue lidiar con su visión: «Nací a los 6 meses de gestación y eso me generó una retinopatía prematura, un trastorno ocular causado por el crecimiento anormal de los vasos sanguíneos en la parte sensible a la luz de los ojos (retina). Esto se da en los niños prematuros y la pérdida de la visión es progresiva».
La vida de Valeria siempre fue normal hasta los 26 años, momento en que se encontraba cursando el 2° año de la licenciatura de Trabajo Social, en la facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNCuyo, y perdió la vista definitivamente.
«Los especialistas me habían advertido que a los 25 años podría generarse la ceguera, tras el desprendimiento de la retina. A mí se me presentó un año más tarde», contó Valeria y admitió que en ese momento decidió abandonar la carrera: «No había ninguna trabajadora social ciega trabajando en el país, por lo que me parecía una hazaña de seguir», dijo a El Sol de Mendoza.
La decisión fue tajante y, de un día para el otro, se alejó de los textos de Trabajo Social, pero no de esa facultad. Y es que Valeria no se resignaba a no estudiar, por lo que empezó a cursar materias de Sociología.
«De algún modo yo tenía que continuar con mis estudios. Empecé esta carrera, pero no me convencía mucho, no era lo que esperaba. Sin embargo, seguí un tiempo, hasta que uno de los profesores de la Universidad, Ricardo Rubio, referente en Discapacidad, me dijo que era posible ejercer como trabajadora social siendo ciega, que no había impedimentos y tras un largo tiempo retomé a ese viejo amor», contó.
Volver a empezar
Con la ceguera instalada en su vida, Valeria optó por no quedarse en su casa, sino que decidió afrontar el panorama con la «mayor normalidad posible».
«Siempre supe que quedarme ciega era una opción en mi vida. Por ello, cuando ocurrió, lejos de lamentarme, decidí salir adelante con dignidad, empecé a realizar cursos para aprender braille y para usar el bastón y, gracias a Dios, conté con la asistencia y el acompañamiento de dos seres divinos que fueron mis padres, Mercedes y Edgardo», aseguró emocionada.
Fueron sus progenitores los que la empujaron a continuar con sus estudios y no abandonar la carrera. «Mi papá me llevaba todo el tiempo a las clases, a las prácticas y me brindaba toda su asistencia. Al principio me refugié en ellos, pero después quise mi propia independencia, quise aprender a viajar en colectivo y valerme por mis propios medios», contó Valeria.
Valeria junto a su madre Mercedes posan con una foto de su padre, tras haberse recibido
Pasaron los años y la estudiante pudo sortear varios escollos, sin embargo, un nuevo obstáculo apareció en su vida que la empujó a abandonar la carrera por unos años.
Lo cierto es que uno de sus máximos pilares falleció. «Cuando murió mi papá se me paralizó el mundo, no pude seguir estudiando porque me convertí en el sostén de mi mamá. Fue un momento muy complejo, desde lo emocional, que me llevó a abandonar la carrera», dijo emocionada.
El tiempo pasó y, nuevamente, Valeria se puso de pie, agarró sus libros y volvió a empezar. «No podía dejar la carrera, entonces, retomé con ayuda de mi mamá que me acompañaba hasta la facultad y así pude terminarla«, contó.
El jueves pasado, Valeria se enfrentó al gran desafío de su vida, defender la tesis, y la aprobó. «Fue un momento de mucho nerviosismo, pero estaba confiada que iba a lograr mi sueño. Estuve acompañada por mi madre, mi novio Emanuel y amigos. Logré mi propósito», relató.
Futuro laboral
Si bien Valeria logró su título, uno de sus máximos anhelos, ahora viene el momento de trabajar de lo que estudió. «En Mendoza es complejo el tema del trabajo para las personas con discapacidad, el cupo establecido en la ley del 4% no se cumple y esa es una traba a la que nos enfrentamos todos los que padecemos una discapacidad», expresó.
La experiencia ya la vivió en sus prácticas profesionales y no fue nada buena. «Me pusieron a hacer actividades administrativas y como no contaba con las herramientas tecnológicas necesarias, tuve que abandonarlas. También me hicieron realizar tareas con niños y la experiencia no fue muy productiva, no hubo conexión y no me generó mucha satisfacción», refirió.
Valeria sueña con desempeñarse en lo suyo y hacerlo de manera feliz. «Faltan oportunidades laborales para quienes padecemos una discapacidad, la gente tiene muchos prejuicios y miedos respecto a nuestros desarrollos. Por el momento, esperaré mi oportunidad. Mientras, estudiaré Inglés y guitarra, dos de mis grandes pasiones», cerró.
Decidida a formar una familia
Ya con el título en mano, Valeria ahora está decidida a formar su familia junto a su pareja de hace más de dos años. Para ello, en los próximos meses tienen pensado irse a vivir juntos.
«Es un paso importante en mi vida, pero a la vez siento culpa por irme de la casa de mis padres, dejar a mi madre, aunque estaremos siempre juntas y cerca. Será un desafío interesante, una nueva etapa que tengo ganas de transitar», relató y aseguró que no tiene pensado ser madre: «No es algo que esté en mis planes, tampoco en los de mi novio».