Por Jorge Neri | Los cambios que se vienen en la AFA. El nuevo torneo, el frustrado Prode Bancado y los dirigentes que buscan el sillón en 2015.
Recién por estos días calurosos cercanos a las fiestas de fin de año, la dirigencia del fútbol empezó a ver un horizonte más diáfano al que se encontró tras el 30 de julio cuando se produjo la muerte de Julio Grondona, conductor unívoco y personalista de la AFA durante 35 años.
La directiva del fútbol que acostumbró a votar decisiones tomadas por Grondona en lugar de debatir, a cambio de mayor goteo de fondos que el viejo dirigente repartió a piacere ante las urgencias de arcas flacas en los clubes, develó que no sabía cómo dar los primeros pasos en soledad.
La dirigencia tuvo que madurar sin la tutoría de Grondona y rápido se empezó a notar lo variopinto de las posiciones: presidentes de clubes grandes, renovadores como Juan Sebastián Verón o Marcelo Tinelli, grondonistas y antigrondonistas, como el solitario caso del velezano Raúl Gámez.
Se echó por tierra un supuesto acuerdo de Prode Bancado y se focalizó el debate en torno al torneo de 30 equipos, aprobado unánimemente cuando Grondona quiso y con supuestas promesas de mayores ingresos. El deseo fue anular ese proyecto, pero ya había equipos lanzados presupuestariamente a los 10 ascensos.
Aún en la policromía de posiciones, Luis Segura, que en principio fue de un lado para el otro para tratar de conciliar posiciones en su nueva función de presidente de la transición, encontró apoyo en las distintas partes, a sabiendas que en un año se profundizará el debate para elegir al futuro presidente.
Sobre el fin de año hubo cambio de estatuto para terminar con la reelección indefinida que permitió a Grondona perpetuarse en el poder. Fue el primer paso desde una democracia formal a una democracia real y participativa en la AFA.
En este final de año y tras marchas y contramarchas, se cumplió la máxima de Raúl Scalabrini Ortiz, porque en ese andar se acomodaron los bultos y le dieron vida a ese torneo, malquerido a tal punto que al nuevo engendro ya le pusieron fecha de defunción en 2019.
En el medio, el gobierno aprobó un desembolso de 200 millones más para el Fútbol para Todos y con el objetivos de calmar los humores dirigenciales. Con ese agregado, el Estado le pagó al fútbol por los derechos de TV un 177 por ciento más respecto de la erogación del primer contrato en 2009 (600 millones de pesos).
Tanto a los dirigentes de clubes como también al Gobierno les queda claro que la inflación ya licua los ingresos, al punto que River con dos superclásicos superó la parte de la torta que recibe de los derechos de TV.
Ese es otro punto en el que el fútbol estará atento, porque ya Grondona no estará para negociar y Cristina Fernández de Kirchner terminará su mandato en el próximo diciembre.
(*) De la agencia DyN