Una radiografía del equipo de los milagros en la Premier League y del argentino, que pasó del fracaso al éxito. La maravillosa utopía del más débil. 
Inesperadamente, la Premier League tiene un nuevo campeón. En la Liga donde millones y millones de libras esterlinas se invierten anualmente en refuerzos, el pequeño y periférico Leicester City se alzó con el título. Dirigido por el italiano Claudio Ranieri y con el argentino Leonardo Ulloa en sus filas, el equipo del condado de East Midlands hizo historia, obligándonos a todos a evocar formas, gestas y éxitos de tiempos remotos del fútbol inglés; tiempos que pensamos que nunca volverían, tiempos donde los pequeños doblegaban a los históricos londinenses y sacaban pasajes directos a destinos europeos. Iconos como el Ipswich de Alf Ramsey en los sesenta, el Derby County y Nottingham Forest de Brian Clough de los setenta o el Blackburn Rovers de Kenny Dalglish a mediados de la década del 90; en ese lugar entra el Leicester de Ranieri.
Mario Benedetti decía, en su libro Vivir adrede, que “lo imposible es una burla de los dioses…. queremos lo que no se puede, somos fanáticos de lo prohibido. Algunos lo llaman utopía, pero la utopía es más seductora. No tiene puertas cerradas como lo imposible. No nos desprecia como lo prohibido. La utopía tiene la gracia de los mitos, la maravilla de las quimeras. Si tenemos ánimo, paciencia y un poco de ilusión, podemos navegar en la barcaza de la utopía, pero no en el acorazado de lo imposible”. Ranieri creyó que podía hacer lo imposible y convenció al equipo de que podían transformar esa utopía en una certeza y vaya que lo consiguieron.
A partir de este momento, la carrera de Ulloa tendrá muchas aristas pero un solo foco principal: su paso por el Leicester. Se hará mención al arranque en Deportivo Roca de Rio Negro. Su partida, siendo aún adolescente, a la árida y ventosa Comodoro para jugar en la CAI (Comisión de Actividades Infantiles) el torneo de la B Nacional. Su paso por San Lorenzo de Almagro, donde fue campeón del Clausura 2007, pero no alcanzó un lugar en el recuerdo del hincha. Luego la breve estadía en Arsenal y el momento de “tocar fondo”: al irse con Olimpo al descenso. Su último partido en la Argentina fue el 22 de junio de 2008, ante Estudiantes de La Plata, su equipo se jugaba la permanencia en Primera y él fue expulsado de manera infantil a los 33 minutos del primer tiempo por exceso verbal. Increíblemente, este es su último recuerdo en la Argentina del reciente campeón de la Permier League.
“El exilio, cualquier exilio, es el comienzo de otra historia. Es dolor y a la vez descubrimiento. Uno siente nostalgia de esquinas y arboledas, de lagos y viñedos….Una cosa es el exilio y otra cosa es el éxodo. En el exilio lo ponen a uno de patitas en la frontera y el expulsado se va con su nostalgia a cuestas en busca de otra tierra, otros sabores, otra razón de ser. En el éxodo, en cambio, es uno el que se arranca, el que quiere ser otro. Sin embargo, exilio y éxodo tienen algo en común: el alrededor, al principio ilegible, que de a poco se aprende. Uno mira el paisaje como si fuera un simple repertorio y acepta los nuevos rostros como suma de instantáneas. La pasarela por donde llegamos se diluye en un suspiro y la vieja maleta nos pide que la abramos. Allí está el corazón del viaje” reflexiona Benedetti. No está claro si lo de Ulloa fue exilio (porque no tuvo propuestas luego del fracaso bahiense) o terminó siendo éxodo pero la segunda de España fue su destino: Castellón primero y Almería luego, en Primera, donde en enero de 2011 volvió a ser noticia para los argentinos cuando convirtió el gol del empate de su equipo ante Mourinho y los galácticos merengues. Tiempo después, sin continuidad, en 2013 volvió a descender de categoría y a emigrar (a Inglaterra) para sumarse a las filas del Brighton y empezar de nuevo. Allí, en la segunda de Inglaterra enfrentó al club que lo haría entrar en la historia y le convirtió dos goles, fue el principio de una relación coronada por el éxito.
“Cada existencia tiene sus vaivenes, que es como decir sus pormenores. El tiempo es como el viento, empuja y genera cambios. De pronto nos sentimos prisioneros de una circunstancia que no buscamos sino que nos buscó. Y para liberarnos de esa gayola es imprescindible pensar y sentir hacia adentro, con una suerte de taladro llamado meditación. De pormenor en pormenor vamos descubriendo el exterior y la intimidad, digamos el milímetro de universo que nos tocó en suerte. Y sólo entonces, cuando encontramos al muchacho o al vejestorio que lleva nuestro nombre, sólo entonces los pormenores suelen convertirse en pormayores”.
Los pormayores de Ulloa se dieron en el Leicester. Es cierto que no fue figura, ni titular indiscutido del campeonato obtenido pero estuvo siempre presente (Vardy terminó ganándole la posición de centrodelantero y Okazaki la de acompañante por fuera). Un aspecto fundamental del equipo de Ranieri fue el eficiente aprovechamiento de los recursos: casi no hubo variaciones, en el equipo en relación a la temporada pasada, donde terminó en el decimocuarto puesto. A los Zorros le faltaba juego pero le sobraba astucia: dependía mucho de Mahrez y se le complicaba jugar contra rivales que no se desplegaran en ataque, exponiéndose al contragolpe. En la pelota parada hacía diferencia porque jugaba con una defensa con cuatro marcadores centrales. Un ejemplo claro de la filosofía del equipo, es que ha sido el campeón de Premier League con números más bajos de posesión, desde que se contabiliza la tenencia como herramienta de análisis del juego.
Indudablemente, la vida de Leonardo Ulloa cambio al cruzarse con la de Claudio Ranieri y, así también, la del resto de los futbolistas del Leicester (como el operario Vardy o el gigante Morgan) porque más allá de la individualidad, lo que los hizo grande fue el sentido de pertenencia, al que todos adhirieron en un primer momento y seguramente sin haber imaginado este final de ensueño pero ya lo mencionaba Benedetti: “Cada uno es artífice de una porción de su propio futuro. Ah, pero sólo de una porción, que por otra parte no es la mayor, sino la mínima. El futuro mayor y también el menos controlable, es el colectivo, digamos el del mundo venidero que se forma al margen de uno”.
El Leicester es compacto, pero no de la manera que suele considerarse este aspecto. En general, la idea de equipos cortos y compactos se asocia a su parte longitudinal, pero no a la transversal. En cambio, el equipo de Ranieri es compacto en los dos aspectos. La distancia entre las tres líneas siempre es corta. Lo mismo sucede a lo ancho del campo: los tres sectores –derecho, central e izquierdo- se mantiene muy cercanos. Es una de las claves de su éxito.
Sufre en bastantes ocasiones cuando se despliega para atacar, porque pierde su compacta estructura defensiva y tiene dificultades para replegarse con agilidad. Se encuentra con un problema parecido cuando el rival cambia con rapidez la dirección del juego, de un costado a otro del campo.
La naturaleza de los centrales Morgan y Huth, altos y potentes, pero no ágiles y rápidos, les invita a funcionar con más comodidad cuando juegan de frente a los atacantes, no cuando se ven obligados a girarse o a regresar con rapidez a sus retrasadas posiciones defensivas. Esta situación quedó definida en la ventaja que sacó Rondón ante Huth en el primer gol del West Bromwich frente al Leicester City.
La envergadura de sus defensas obligaría a pensar en una eficaz respuesta a los centros aéreos, incluidos los que proceden de saques de falta y de córner. Hasta ahora ha tenido más problemas de los previstos en este capítulo. Ranieri ha modificado algunos detalles para intentar corregir este déficit. En los últimos partidos utiliza marcajes mixtos, unos al hombre y otros libres para controlar mejor los espacios libres en el área.
El sistema del Leicester está formado por cuatro defensas (Simpson, Morgan, Huth, Fuchs), dos medios defensivos (Drinkwater, Kanté), dos extremos (el habilidoso Mahrez por la derecha y el correoso Albrighton en la izquierda) y dos delanteros (Okakazi o Ulloa y James Vardy). El punto más delicado de este dibujo es la ausencia de un mediocampista creativo, una función que por sus características no pueden asumir ni Okazaki, ni Ulloa, cuando desciende a la línea media para ayudar al equipo
Drinkwater oficia de ancla en el medio campo, junto al dinámico Kanté. Siempre está atento a mantener su posición por delante de la defensa, pero de vez en cuando sorprende con alguna llegada al área. Kanté, un jugador fundamental en el sistema de Ranieri, participa más en la elaboración, a través de un sencillo juego de pases cortos.
Okazaki, el habitual segundo delantero, se sitúa a la altura de Vardy cuando el Leicester ataca. Luego regresa con puntualidad al mediocampo para cumplir con las tareas defensivas, que afectan a todos, aunque Mahrez y en menor medida Vardy están más liberados.
El sistema alimenta cinco parejas, que han actuado con equilibrio y armonía durante todo el campeonato. Dos se sitúan en los costados (Simpson-Mahrez, Fuchs-Albrighton) y tres por el centro (Morgan-Huth, Drinkwater-Kanté y Okazaki-Vardy). Los laterales tienen poca presencia en el ataque. Los extremos, Mahrez y Albrighton, juegan a pie cambiado, se invitan a conducir hacia el interior. Una aparición más frecuente de los laterales para doblar a los extremos alimentaría más centros naturales desde los costados. Albrighton y sobre todo Mahrez suelen terminar muchas de sus acciones en el centro, bien para rematar desde la media distancia –el gol al Watford, por ejemplo- o filtrar el pase a los delanteros.
Jugadores relevantes:
–Schmeichel tiene una pegada fuerte, muy utilizada para desplazar el balón en las jugadas de ataque del Leicester. Respuestas satisfactorias entre los palos. Es muy rápido cuando le toca actuar como líbero a la espalda de Huth y Morgan. Problemas en los centros aéreos.
–Kanté es imprescindible porque juega en una posición crucial: defiende a cada lado de Drinkwater, ataca por los tres ejes del campo (derecha, centro e izquierda), vincula a la defensa con el ataque y, en algún caso, acude a finalizar jugadas. Sin destacar especialmente en estos dos últimos capítulos, la producción de Kanté es magnífica. Por su dinamismo y ética del trabajo, y también por sus escasas distracciones, ofrece respuestas correctas en casi todos los apartados del juego.
–Mahrez, 15 goles esta temporada, es el jugador más imaginativo y hábil. Tiene pase final y capacidad para hacer goles. Sereno y astuto en el área. Driblador, casi siempre hacia dentro. Aunque suele jugar en la derecha es importante cuando aparece por la izquierda. Discontinuo. Quizá le falta respaldo físico a sus excelentes cualidades.
–Vardy es un jugador completo: sorpresivo, veloz y hábil. Su habilidad es concisa, sin barroquismos. Es un rematador instantáneo que suele imponerse por anticipación a sus marcadores. Gran capacidad para el desmarque profundo y señalar el pase a la espalda de los centrales. Cuando el Leicester recupera el balón, Vardy despega hacia posiciones profundas. Intenso y competivo. Buena capacidad de asociación. Goleador, pero no egoísta. Juega al borde del fuera juego, pero rara vez queda inhabilitado. Buen juego aéreo. Se desplaza con naturalidad a las bandas. Versátil en los remates: ha conseguido todo tipo de goles.