El Consejo Federal de Educación dejó firmes las normas que regirán la nueva etapa. Se aplicará en todo el país pero cada jurisdicción deberá definir la fecha de lanzamiento y las particularidades locales. Será escalonada, con distanciamiento y asistencia alternada.
El Consejo Federal de Educación aprobó de manera unánime con representación de todas las provincias argentinas el protocolo para el retorno a clases presenciales en la educación obligatoria y terciaria, que fija las pautas y recomendaciones que permitirán a cada provincia y a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires elaborar planes progresivos que garanticen, según la situación de cada jurisdicción, el retorno a la escuela.
La fecha estimada para el regreso a las aulas en todo el país –salvo en AMBA y Chaco– es en agosto. Sin embargo, desde la cartera educativa advirtieron que el regreso dependerá de la situación epidemiológica en cada región. La reunión virtual contó con la participación de ministros de educación de las 24 provincias, representantes de la comisión de educación de las cámaras de Senadores y Diputados y de sindicatos docentes.
También aprobaron el documento los representantes del Consejo Interuniversitario Nacional y del Consejo de Rectores de Universidades Privadas. Más allá de la aprobación del protocolo general, se acordó que las provincias podrán elaborar reglamentaciones propias como complemento al documento consensuado. Pero para ello deberán presentar un “plan jurisdiccional de retorno a clases presenciales” ante el Ministerio de Educación de Nación, que deberá aprobarlo para que entre en vigencia.
“El mismo deberá contemplar en su organización y alcances, lo establecido en el documento acordado y tener la aprobación de las máximas autoridades educativas y sanitarias de cada jurisdicción”, aclararon desde la cartera nacional.
En el encuentro remoto se llegó al consenso necesario para afirmar que la reanudación de las clases presenciales en el país se realizará a través de un escalonamiento progresivo, de acuerdo con la evolución de la pandemia y las características particulares de cada región y se aseguró que la asistencia será alternada por grupos de alumnos para, de esa forma, poder garantizar el cumplimiento de las normas de distanciamiento social. También confirmaron que se avanzará en un sistema “mixto” o “bimodal”, articulando las clases presenciales y el trabajo en los hogares.
“Para ello, resulta imprescindible volver a mirar pedagógicamente la planta física de la escuela, imaginar la nueva jornada escolar, establecer un orden desde la llegada de los desplazamientos y la utilización de cada uno de sus lugares, considerando que la estructura edilicia también es educativa”, aseguraron desde la cartera. Al referirse a los próximos pasos a dar, Trotta señaló que “partimos de una base, como señala el DNU, relacionada a la situación de la circulación del virus; luego, la preparación de las escuelas, garantizar la seguridad e higiene.
También tenemos la obligación de avanzar en las instancias de formación y capacitación del personal docente y no docente de cara a la vuelta a las escuelas, al mismo tiempo que prepararemos a nuestras y nuestros estudiantes y familias para la nueva normalidad de las aulas”. Algunos puntos El distanciamiento social en los establecimientos será de 2 metros en los espacios comunes y de al menos 1,5 metros en las aulas.
De acuerdo a las autoridades, no hay margen para ampliar la infraestructura escolar, por lo cual, habrá una división de los grados que concurrirán en forma alternada. La prioridad para el regreso la tendrán los últimos cursos de los niveles, tanto de primaria como de secundaria. Otro punto clave será el transporte público. Más del 25% del movimiento, sobre todo en las regiones metropolitanas, se corresponde con la actividad escolar.
El documento promueve el escalonamiento en los horarios de ingreso y salida de los establecimientos para no saturar el transporte ni generar aglutinamientos en los accesos. En la fase 2, una vez que se inicie el regreso a las escuelas, será obligatorio el uso de tapabocas en primaria y secundaria tanto para alumnos como para docentes en todo momento, en las aulas y en los espacios comunes.
Los docentes, incluso, podrán agregar una máscara para mayor protección. Estarán prohibidos los eventos o celebraciones masivas y se insistirá en la necesidad de limpieza y desinfección constante. Si se detectara un caso sospechoso o positivo, se procedería a hisopar al estudiante o docente, a su aislamiento y al rastreo de sus contactos estrechos. Al día siguiente estarían suspendidas las clases en la escuela y se realizarían tareas de desinfección. Una de las recomendaciones que Nación planteará a las provincias es trabajar con aulas en “burbujas”.
“Se suele hablar de un máximo de 15 alumnos por aula, pero ese dato es incorrecto. El número variará de acuerdo a la capacidad de cada aula. Además del modelo de disposición tradicional, con los alumnos mirando hacia el pizarrón, proponemos un modelo con dos o tres grupos de no más de 4 alumnos en los vértices del aula. Traería una ventaja si se detectara un caso: solo se aislaría a los integrantes del grupo. Pero también sabemos que vamos a volver raros, con las bocas tapadas e incertidumbres.
Este modelo nos permite vernos”, explicó Golombek. La asistencia alternada, algunos días sí y otros días no, volverá a traer la dificultad del cuidado de los chicos. Por eso, las licencias vigentes se mantendrán en una primera etapa para que uno de los padres acompañe a sus hijos en el hogar. En esa línea, también se buscará que los hermanos concurran a clases los mismos días.
El documento también comprende un protocolo para el nivel universitario, que estipula las mismas medidas en términos de distanciamiento, higiene y alternancia, pero contiene especificidades para áreas como investigación o prácticas en carreras que necesitan de presencialidad como Medicina. Esos lineamientos serán aprobados por los consejos que nuclean a las universidades nacionales y privadas.