Pobre Racing: festejó un puntito

Pobre Racing: festejó un puntito Pobre Racing: festejó un puntito

En un fútbol en el que los jugadores son cada vez más determinantes, por encima de los planteos tácticos, hay casos, como el de ayer en el Sur del Gran Buenos Aires, que desde el banco se marcan las aspiraciones de un equipo. Y Racing se conformó con no perder. Así lo demostró Reinaldo Merlo con sus cambios y la manera de armar el banco de suplentes.
El desarrollo del partido fue claro desde el principio. Quilmes fue el que hizo y deshizo. El que propuso y arriesgó para llevarse una victoria, que de ser por cuestión de méritos mereció. Lo hizo con un Miguel Caneo que pareció flotar en la cancha, corriendo en puntas de pies, y aprovechando que los volantes visitantes se acurrucaban con los defensores pero le daban la libertad suficiente para lustrar la lámpara.
Racing dejaba que el local llevara las riendas del partido y apostó a una contra que durante el primer tiempo no llegó. No le interesaba tener la pelota, pero con su esquema cauteloso tampoco se aseguró de defender correctamente. Porque solamente las manos de Sebastián Saja y la mala puntería de los atacantes locales hicieron que el Cervecero no plasmara en el marcador la superioridad que mostraba en el juego.
La justicia llegó cuando se extinguía el primer tiempo y gracias a una sutileza de Caneo, luego de haber pescado un remate defectuoso en el área. Pero duró un suspiro porque no bien arrancó el complemento el ingresado Juan Dinenno aprovechó una desconcentración del fondo de Quilmes para dejar todo como al principio.
Y cuando mejor jugaba la Academia desde el banco los cambios lo tiraron para atrás. Afuera De Paul y Viola, adentro Aued y Quilez. Algunos dirán que Mostaza quiso reacomodar la mitad del campo. La realidad dice que el entrenador prefirió cuidar el punto en lugar de aprovechar el envión para ir por el triunfo.
Porque Quilmes, con sus limitaciones a cuestas y gracias al repliegue de su rival, fue con enjundia y algunos destellos de Caneo en busca del premio que merecía. Un cabezazo que reventó el travesaño, un remate de Garnier y otro de Caneo (con buenas respuestas de Saja) dejaron claro que hubo un equipo que debió quedarse con todo. No sólo porque jugó mejor, sino también porque se animó a hacer algo que su rival no: atacar.