El fiscal Federico Uriburu y el querellante Mariano Navarro pidieron 25 años de cárcel para el cura Juan Diego Escobar Gaviria. Los alegatos comenzaron a las 9 de este lunes.
Escobar Gaviria volvió a ingresar este lunes por el estacionamiento del edificio de tribunales. Llegó pasadas las 8.30, cuando ya se acomodaba un grupo de sus seguidores, quienes al ver la camioneta de la Policía que lo ingresaba, corrieron a saludarlo.
Desde que comenzó el juicio en su contra, el cura no entra como un ciudadano común, por el ingreso principal del edificio, sino que lo hace protegido por los efectivos de la fuerza que lo resguardan de la exposición mediática. Las personas que lo apoyan se quedan todas las horas que dure la audiencia, en la Plaza Constitución, alejados del frente de los tribunales.
Por otro lado, familiares y sobrevivientes de los abusos del colombiano, desde la semana pasada, también se acomodan en la plaza, enfrentados al portal del viejo edificio. Durante las horas que dure la jornada, van entrando y saliendo de la audiencia. Y en ese trayecto van sacando historias, recuerdos, dolores, preguntas, un abanico de emociones que está, aún, a flor de piel.
Este lunes es el último día de audiencia en el juicio oral contra el hombre que abusó de sus hijos, que además de cura fue su amigo, su confesor, su consejero y guía espiritual. «La manipulación de personas vulnerables y familias enteras, el abuso de poder, el control, la hostilidad ante situaciones no deseadas, la utilización de información íntima de fieles para conseguir cosas, el juego con las emociones de otros son características que se repiten en estos casos», dijo una laica, que investiga los rincones más oscuros de la Iglesia Católica.
La mujer es de Paraná pero llegó este lunes a Gualeguay, para acompañar a las familias que sentaron a Escobar Gaviria en el banquillo de los acusados. «Hay más casos, pero hasta que las víctimas no se animen a denunciar no se puede hacer nada».