Nació un día como hoy, hace 48 años, a un costado del río. Vio la luz aquel 8 de setiembre de 1973 en el sur de una ciudad histórica, a la que le haría honor en este casi medio siglo de vida. Parque Sur entendió desde su nacimiento que las fusiones de dos presentes cargados de historia se podían convertir en un futuro mejor, si era cierto eso que dicen, que la unión hace la fuerza. Aquellas familias abrazaron lo que estaba escrito en Pescadores y División y lo juntaron en una esquina del Puerto Viejo, mientras países vecinos comenzaban a sufrir la dictadura más sangrienta de Latinoamérica.
Empezaba la muerte y el exilio de tantos hermanos uruguayos; Chile se quedaba sin Allende y encima moría Neruda cuando surgía Pinochet; la crisis del petróleo era la historia del año en el mundo y la de Yom Kippur era la Guerra en ese ’73. El Sur uruguayense era la emoción de un nacimiento en el año de la victoria de Cámpora, el regreso de Perón al país y los incidentes de Ezeiza. Por suerte, en medio de tanta violencia que también nacía, a Parque Sur lo acompañaron El último tango en París de Bertolucci, El lado oscuro de la luna de Pink Floyd y Triste, solitario y final de Osvaldo Soriano.
Todavía resuena la voz de Miguel Ángel Pepe -el primer presidente del club- en aquella amena charla dominguera, en el living de una casa decorada por recuerdos, a una cuadra de la placita San Martín: “Decíamos siempre en el Rectorado de la UTN qué cómo iba a existir un club que se llamara División cuando todos eran Unión. La idea del barrio y de los que vivíamos ahí todos los días era de amistad; entonces no se podía llamar División. Recuerdo como una gran alegría la fundación del club y a gente tan querida…”, nos dijo Pepe, hace apenas más de un año cuando le fuimos a preguntar para entender ese nacimiento retrocediendo casi medio siglo con el sol tibio en la ventana. Debe haberse ido en paz meses después de aquellos cafés en pandemia viendo a un club que hizo de la amistad un sentido de pertenencia, un mismo color.
“Pequeño pulmón, borde de ciudad. Me has visto crecer, me has visto marchar. Fuiste fiel testigo de los sueños en voz alta; ilustre notario de las horas bajas. He vuelto otra vez a ocupar tus bancos como aquella vez que llovía tanto. ¿Sabes qué día es hoy?”, dice la octava canción del disco Corredor de Fondo del grupo de rock español Asfalto. El tema se llama Parque Sur. Y si bien está inspirado en un barrio madrileño de los años ’70, los une algo más que el título: “Si supieras que fuera de aquí cambia el sentido de las cosas. Si supieras que fuera de ti, tan solo soy uno más… Llega la primavera y es otra primavera”, reza esa canción grabada en 1986, días antes del poema inmortal escrito por una zurda de Fiorito en el insoportable mediodía del estadio Azteca mexicano.
Parque Sur, ese de Rosen, Manguera, Chirola, el Ángelo, Marquitos, Jorge, Carlitos, el Payo, el Huguito, Ermes, Rosendo, Julio, René, Pepillo y tantos otros.
Parque Sur, aquella fusión para este Gigante de sonrisas naranjas que rebotan cada día. Parque Sur, de aquel primer alambrado que donó una Universidad a este verde césped lleno de goles. Parque Sur, de aquellas piletas al aire libre a este anhelo de un natatorio climatizado y un equipo propio de nadadores.
Parque Sur, de aquellas leyendas en canchas de cemento a un equipo en la segunda categoría del país con ascensos llenos de identidad. Parque Sur, en ese crecimiento interesante de disciplinas deportivas cada año y con máquinas trabajando para lo que su presidente afirmó hace unos días: “Queremos que Parque Sur sea en unos años uno de los clubes más importantes de la ciudad”.
Parque Sur, casi medio siglo de historia en el corazón de un barrio, postergando siestas bajo el sol o contándole anécdotas a la luna, cuando baja en la esquina azul y estrellada de Artigas y Cochabamba. Parque Sur, un club de barrio, una escuela, un Merendero y cientos de gurises y gurisas que lo van a abrazar cada día, tras los candados que les impuso un virus mundial. Parque Sur, cumpliendo años, haciendo historia, fiel a aquella identidad que priorizó la unión sobre la división.