En vísperas de las Fiestas, este fin de semana Crespo vive sus tardes de «Feria Navideña», en las que no sólo se promueven las ventas, sino que además hay propuestas de intervenciones artísticas, juegos y atractivos para niños, shows musicales y demás.
En este marco y en las primeras horas del
sábado, frente a una tienda estaba «Roco», la mascota de la
comerciante, que captó la atención de grandes y chicos. El perro exhibía un
letrero a favor de la «Pirotecnia Cero». Con la tranquilidad que lo
caracteriza al can, posó para un buen número de fotografías, de quienes
quisieron sumarse a la propuesta, publicando en sus redes sociales la imagen. María -su dueña-, relató: «En
otros días ha tenido el cartelito durante ciertas horas, pero se hizo muy
visible ahora, con motivo del movimiento de gente que hay por la Feria Navideña.
Venían y se sacaban fotos, y cuando les preguntaba el por qué, ya que también
tengo disponible un Papá Noel para que coloquen la cara y se puedan sacar,
todos me respondieron que querían compartirlo por Whatsapp y por las redes,
para que se termine con la pirotecnia en Crespo».
Esa localidad presenta actualmente una regulación en la que se buscó moderar el
impacto sonoro, permitiéndose sólo artefactos de hasta 65 decibeles. Si bien es
un avance importante, los dueños de mascotas van por más y en tal sentido, la
dueña de Roco acotó: «Diamante está declarada libre de pirotecnia, Viale,
ahora me enteré que Seguí también, así que estamos cerca. Si Dios quiere,
quizás con una decisión en este mismo año, podemos llegar a tener esta medida.
Ya se podría terminar, para unas fiestas en paz para todos. A mí me toca por mi
perro, pero hay niños con autismo, ancianos, personas a las que el ruido fuerte
les afecta y realmente la pasa muy mal».
Roco va a cumplir 11 años en unos meses y desde los 2 años, María ha ido
variando alternativas para sobrellevar la pirotecnia que viene asociada a las
festividades de Navidad y Año Nuevo. Recordando esas vivencias, manifestó:
«Él tiene artrosis ya, es grande y necesitaría una dosis muy alta de
medicación para poder dormirlo, que incluso debería ser ya el día anterior. Aun
así, que termina siendo un trastorno, al escuchar el primer cohete ya se
altera. Es desesperante. He pasado Navidades dentro del placard con él, porque
se desespera tanto, que se quiere esconder. Quienes tienen mascota saben cómo
uno los cuida, porque ya no es el perro, sino un integrante más de la familia.
Y la pasamos muy mal, tratando de que su temor lo afecte lo menos posible, pero
es imposible. Como Plan B, desde hace unos años, lo subo al auto antes de que
explote el primer cohete y nos quedamos en el medio del campo hasta que pase
todo. Lo mejor sería el Plan A, que no se tiren más. Creo que estamos a un
pasito nomás».
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