“Nunca me imaginé llegar adonde estoy”

“Nunca me imaginé llegar adonde estoy” Considerada la mejor actriz argentina, acaba de ser nombrada doctor honoris causa en la UADE. Habla de sus inicios, de su firme voluntad de no ceder a las presiones y “cambiar” su nariz, define la actuación y su trabajo de directora, recuerda a su amigo de toda la vida, Alfredo Alcón, y anticipa un año de trabajo “Nunca me imaginé llegar adonde estoy”

El pasado miércoles 22, Norma Aleandro fue distinguida por la UADE (Universidad Argentina de la Empresa) como doctor honoris causa, y el rector, Ricardo Orosco, subrayó en la ceremonia que se le daba “en reconocimiento a su destacada trayectoria artística como actriz, guionista y directora de teatro tanto en el ámbito nacional como internacional”. Al mismo tiempo, y con este acto en el aula magna, se lanzó la nueva carrera de Artes Escénicas, con título de licenciatura y que será dirigida por el productor Héctor Cavallero. “Es la primera vez que me dan un premio de esta envergadura –reflexionó Aleandro– y me parece un honor muy grande. Además, en esta universidad se abre un espacio de teatro, por lo cual será una nueva posibilidad para que los actores podamos ejercer la docencia, lo que es una nueva fuente de trabajo”.

La emoción dio lugar a momentos musicales, con Gipsy Bonafina y Marcos Montes, quienes revivieron una secuencia de Un poco toco, y luego la emoción llegó con Marilina Ross, quien le dedicó el tema Norma de vida, escrito durante el exilio de ambas en España, y el cierre fue con el nieto de Aleandro, el músico Iván Ferrigno. Además del marido de Norma Aleandro, el psicoanalista Eduardo Le Poole, la acompañaron su amigo Lino Patalano, Elio Marchi, Helena Tritek, Adriana Aizemberg, Sergio Renán, Ana María Picchio, Luisa Kuliok, Renata Schussheim, Marcos Carnevale, Claudia Lapacó, Elsa Serrano, Alberto Favero, Walter Quiroz, Carlos Rotemberg, Ernesto Larrese y su representante, Alejandro Vanelli.

La actriz, también vestida con la toga negra reglamentaria para estos actos, dijo: “Amigos y compañeros, gracias por haber venido, y les aviso que no sé hacer discursos, por lo cual les voy a contar una anécdota: cómo debuté en el escenario a mis tres años”. Con magia y humor envolvió con su voz a todo el público en el aula magna.

En exclusiva dialogó con PERFIL anticipando sus intensas próximas actividades, no sólo en teatro sino también en cine y televisión.

—¿Estás dirigiendo otra vez “Escenas de la vida conyugal”, ahora con Erica Rivas?
—Ahora, con el viaje de Ricardo Darín a España suspendimos los ensayos. Es muy interesante volver a ensayarlo, al cambiar una actriz cambia la concepción, las herramientas de Erica son distintas a las de Valeria (Bertuccelli); aunque el personaje sea el mismo se modifica la relación entre ambos y la propuesta.

—¿Qué estás preparando para la televisión?
—Estoy grabando para el canal Paka Paka junto con el Ministerio de Educación de la Nación. El programa es una idea de Helena Tritek, se llama Norma te lee. Vamos a distintas escuelas y grabamos allí, pero aparecen pocos niños (15 o diez) ya que debemos tener la autorización de sus padres para poder filmarlos. Serán 13 capítulos con autores como Ray Bradbury, Horacio Quiroga, Silvina Ocampo, María Elena Walsh y predominan los argentinos, que serán 11. Me encanta promover la lectura de cuentos, verán los libros y luego les muestro los dibujos que tienen las ediciones. Lo hice hace mucho con mis nietos.

—¿Qué preferís: actuar o dirigir? ¿Sos autocrítica con tu trabajo?
—Me gusta combinar la actuación con la dirección, y debo seguir siendo autocrítica. Había una frase de un físico ruso que decía que uno debía tirar y tirar algo contra una pared, y si no se rompía, a lo mejor servía. Coincido. Hay que probar, probar y pasar por el ridículo durante los ensayos, aunque a los actores nos cueste. Fui a muchas clases, pero lo que más me enseñó fue mirar a los otros. Aprendía de lo bueno y de lo malo de cada uno, fui absorbiendo de muchos, como Ana Lafaille o Luis Arata, y de todos los géneros, drama o comedia. Lo más importante fue este tránsito sobre el escenario. Con los años vas adquiriendo la costumbre de estar allí. Incluso cuando nos dieron el premio Oscar por La historia oficial estuve tranquila. Luis Puenzo no se lo podía explicar, pero le dije que mi paz era porque ése era mi lugar, cualquier escenario lo es.

—¿Te imaginabas este presente con tanto prestigio y trabajo?
—Nunca me imaginé llegar adonde estoy. Todo fue muy lento, hice poco cine en mis comienzos porque me presionaban para que me operara la nariz. A mis 13 años debuté en el teatro y en el cine con Muerte en las calles. Por suerte tuve la voluntad de no transformar mi cara en otra cosa, los amigos también me decían que me operara. Hay presiones, pero conseguí mantenerme.

—¿Seguiste votando para los premios Oscar? ¿Creés que “Relatos salvajes” tiene posibilidades frente a la Academia?
—Voto cuando veo muchas de las películas que me mandan, pero a veces no tengo tiempo y cuando siento que no vi lo suficiente prefiero abstenerme, me parece muy poco serio hacerlo sin conocer todas las candidatas. Veo a Relatos salvajes con muchas posibilidades y tengo esperanzas. Me hace acordar al éxito de La historia oficial; nosotros no éramos conscientes de que eso eran problemas universales.

—Desde el año 2012 que no filmás para cine…
—En marzo de 2015 empiezo a filmar con Marcos Carnevale, son cinco episodios, con un título provisorio de Cenáculo. Todas estas historias transcurren en un restaurante muy particular. A mí me tocará interpretar a una pareja de lesbianas junto a Marilina Ross, en su regreso al cine, y también participará Ana María Picchio, quien hará de amiga de ambas. En abril filmaré la segunda película de Helena Tritek, Josefa; el guión, que está inspirado en un cuento de Mauppassant, es la historia de una venganza, tiene algo de policial.

—¿Por qué estás ausente de las salas oficiales del teatro?
—Me llevo muy bien con todas, pero tengo otros proyectos. Espero estrenar el año próximo una parodia sobre las tragedias griegas, que acabo de escribir y que dirigiré. No tengo aún el título definitivo y estoy esperando sentarme con Lino (Patalano), quien la producirá para ver si la estrenamos en España (Mérida) o en Buenos Aires.

—¿Qué balances realizás de tu vida?
—Vivir como vivo me hace feliz, con este maravilloso marido que tengo, mi familia, mi hijo y mis nietos, más mis amigos. Mi casa es mi lugar, parece el campo y estoy en pleno centro. Ahora busco trabajar con la gente que quiero y por suerte lo he conseguido. No puedo pedir más.

 

“Nosotros contaremos como era Alcón”

Para quienes quieran ver a Norma Aleandro en el escenario, desde el 5 de noviembre, en el Maipo, será la narradora de la propuesta de danza-teatro Chéri, sobre textos de la novelista francesa Colette. Estarán junto a ella los bailarines Alessandra Ferri y Hernán Cornejo. La propuesta fue creada, coreografiada y dirigida por Martha Clarke, que llegará unos días antes del estreno. Los textos de Tina Howe fueron adaptados al castellano por Elio Marchi.

“Seré la narradora –anticipa Aleandro–. La madre de esta historia. Para interpretar Chéri leí las novelas de Colette, tanto Chéri, como El fin de Chéri y aseguro que vale la pena releerlas. Con estos dos textos se armó mi personaje, presente todo el tiempo. Busco descubrir qué se propone el autor, sin hacer un juicio de valor. Esta madre es una persona detestable, pero no la debo juzgar. Es importante darse las mismas opciones que tiene el personaje, tenés que estar de acuerdo, desde afuera no podés encarnarlo. Hay que actuar como si una no supiera el final del protagonista. Actuar es otro tipo de conciencia, casi una manera mental de entrar a un estado. Nunca hay que adelantar lo que le va a suceder. Todos alguna vez jugamos de niños a ser otros, los actores debemos mantener este juego, aunque como adultos tenemos otras exigencias, sabemos que nos van a mirar e incluso juzgar”.

Este año murió Alfredo Alcón. Muchos aseguraron que Aleandro postergó sus vacaciones. Así lo recuerda: “Quise acompañarlo en todo momento, sabía que se estaba muriendo y necesité estar cerca. Fue una persona a la que quise toda la vida, nos conocimos cuando yo tenía 14 años en Radio del Estado. Fuimos pareja sólo tres años, pero amigos toda la vida. Alfredo fue un padre artístico para mi hijo Oscar (Ferrigno). Creo que debería haber filmado más películas, para dejarnos más trabajos suyos. Así como nos contaban sobre las actuaciones de los grandes intérpretes italianos, nosotros relataremos cómo era Alcón sobre el escenario. Siempre subrayaremos lo gran compañero que fue”.