Nunca es triste la verdad lo que no tiene es remedio

 P2-PanoramaEl 11 de marzo de 1973 Héctor Cámpora ganó las elecciones del como candidato a presidente de Argentina por el FreJuLi. Llevó como vicepresidente a Vicente Solano Lima, del Partido Conservador Popular, desgajamiento del antiguo conservadurismo de la Provincia de Buenos Aires, al lado de quien Amado Boudou aparecería como el Che Guevara. Ganó las elecciones con más del 49.5% de los votos. El líder radical, Ricardo Balbín, había salido segundo con un 21,3% y, como el FreJuLi no había obtenido más del 50% de los votos tenía que realizarse un ballotage. Balbín reconoció la victoria de Cámpora y renunció a esa posibilidad. Ocupó el cargo sólo 49 días, período que se conoce como «la primavera camporista» al que renunciaría para posibilitar el acceso de Perón al poder efectivo. Fue tildado de zurdo por la derecha peronista y expulsado del Partido Justicialista. Producido el golpe de Estado permaneció refugiado varios años en la embajada de México. Murió allí, lejos de su patria, el 19 de diciembre de 1980. 

También un 11 de marzo, pero de 2008, la Argentina vivió el inicio de una rebelión cívica encabezada por los productores agropecuarios, cuando se dispuso una suba de entre 7 y 9 puntos en las retenciones a las exportaciones de la soja y el girasol. Renuncias, cortes de ruta, enfrentamientos, detenciones, marchas y contramarchas, mantuvieron en vilo al país durante un año.

Hacía cuatro meses que Cristina Fernández había sido elegida Presidente y el conflicto con el campo le costó varios dolores de cabeza y un ministro, entre otras cosas. Hace unas horas el país agroexportador, tan bastardeado por el industrialismo justicialista, es el destino de las velas que los jóvenes del Ministerio de Economía, también herencia del menemismo peronista, encienden por estas horas a mano de los chacareros.
Rezan para que las cerealeras multinacionales y su socia local, liquiden sus divisas para enfriar al dólar. En medio, el Estado vivirá la fiesta de la devaluación que licuará gran parte de su deuda interna, con la esperanza que los dueños del país se apiaden un poco de todos sus inquilinos. También liquidará las subas salariales que las paritarias comenzaban a resolver, aunque en medio de una nueva transferencia sectorial de recursos, que volverá todo a fojas cero entre trabajadores y empresarios.

Caballo de Troya
El martes 26 de julio de 2011, casi no hubo medio periodístico que no diera cuenta de la puesta en marcha la planta de Grandes Máquinas Concepción del Uruguay, del Grupo Senor, que produciría máquinas cosechadoras en la ciudad. Había señales cabuleras que anticipaban un final escabroso, pero pocos las vieron. La primera etapa comenzó en el galpón Nº 13 del puerto, como se sabe, un número al que todos esquivan hasta en la elección de su cochera.
Desde el Fondo de Inversiones de Entre Ríos (Finver) la ingeniera Solanas explicaba entonces que desde el Fondo «se presta el apoyo económico, el financiamiento de una parte se hace a través del Finver y venimos a verificar el avance de la fábrica y cómo se prevé la fabricación de la primera máquina… Hacemos un seguimiento para que esta planta sea un éxito y permita dar trabajo, que nuestros fondos puedan generar fuentes de trabajo». En la actualidad una presentación judicial apunta determinar si los empresarios o funcionarios pudieron sacar dinero del país, ya que si bien se ha determinado que el Fondo de Inversiones de Entre Ríos (Finver) otorgó créditos por 5,5 millones de pesos, aseguran haber recibido información que da cuenta de que «el monto de créditos otorgados a Grandes Máquinas ascendería a la suma de 24 millones de pesos en total» y, entonces, la apertura del concurso preventivo de acreedores podría constituir una maniobra para quebrar la empresa «con el objeto de disminuir su patrimonio y así hacerse de los fondos que oportunamente le prestara el Estado provincial».

«El próximo presidente tiene que salir de La Cámpora». La frase, de apariencia tan disparatada como la que asegura que el candidato de Cristina es Mauricio Macri, atravesó el horizonte de la vida política nacional en las últimas horas, más por el declarante que por lo declarado. Su padre, Franco Macri, poderoso lobbista del gobierno ante los intereses chinos, tuvo esa consideración ante la posibilidad de que se termine refundando al país a cada rato. Pero la inevitable trampa de la simbología, clarifica el sentido emergente del discurso, aún para un master de lo políticamente correcto. Macri no ungió ninguna figura particular de La Cámpora, organización dirigida por el hijo