Los jóvenes actores admiten que ser “hijos de” los ayudó a entrar en el medio, pero aseguran que se sostuvieron por su capacidad de trabajo.
A ninguno de los dos les molesta que les pregunten por sus padres, Palito Ortega y Guillermo Francella. Los dos jóvenes actores compartirán elenco en la nueva tira de Sebastián Ortega, Viudos e hijas del rock & roll, donde Julieta Ortega hará de villana y Nicolás Francella será uno de los protagonistas. Ambos formaron parte de la escudería Underground con La celebración, el ciclo de unitarios que emite Telefe los domingos a las 23 y financiado por el Ministerio de Planificación. Julieta Ortega retorna a la televisión después del éxito de Graduados. Nicolás Francella está en dos programas de Telefe al mismo tiempo, ya que también participa de Aliados. “En mi episodio no se llegó a celebrar, pero al menos la protagonista (Andrea Bonelli) consiguió lo que buscaba”, afirma el actor.
—¿Vivieron algún festejo que haya mutado a algo que no dé para celebrar?
ORTEGA: Hace poco tuve un fin de año así, en el que estalló una bomba. Nos enteramos de una muy mala noticia en el medio, y todo terminó teñido con eso. Todo pasaba en una situación para la que teníamos preparado hasta el cotillón. Termina siendo tragicómico, pero es la vida, qué vas a hacer.
FRANCELLA: Lo que más recuerdo ahora es una cena en la que un amigo, casi un hermano, me dijo que por proyectos personales se iba a vivir al exterior. Esa noche sentí que perdí a mi segunda pata de la vida.
—¿Creen que la gente piensa que ser “hijos de” les consiguió trabajo?
O: Primero decían que trabajaba por mi papá, después por mi hermano. Si alguien permanece a través del tiempo, es porque gusta y por algo se lo convoca. Es cierto que se te abren muchísimas puertas cuando sos hijo de una persona reconocida. Más allá de eso, si no servís, no van a darte trabajo para devolver un favor. No te van a contratar diez años seguidos por hacerte una gauchada. Creo que trabajé en todos los canales y con todos los productores. La sospecha de que a él lo puso el padre porque pueda ser amigo de Cris Morena es… buá.
F: Siempre estará el qué dirán o el por qué labura. Obviamente, te habilita muchas puertas el aporte de un ape-llido. Para mí es algo muy natural, tengo un padre que es actor y que me acompaña.
—¿Les molesta que les pregunten por sus padres?
F: Para nada, nunca es una carga. Mi viejo es una persona que viene transitando en esto hace mucho tiempo, no es nada raro que me aconseje en mis primeros pasos. Está en lo justo y necesario.
O: Tampoco me molesta. Después de un tiempo te dejan de preguntar por tu papá, y no voy a renegar de algo que es real y concreto. Un apellido y viajar a Nueva York o Los Angeles a estudiar teatro son cosas que ayudan, pero si vos no ponés algo bueno sobre la mesa, no te van a convocar. Lo que pasa es que él encima es igual, es imposible no verlo al padre (ríe). Eso también va a pasar cuando vaya escribiendo su propia historia.
—¿Qué les genera que se produzcan ficciones de este tipo?
O: Salvo en Lo que el tiempo nos dejó, siempre trabajé en historias con continuidad. Para mí está buenísimo, es como hacer una minipelícula en la que recibís el guión, lo hacés y nada va a cambiar. Es un lujo, más si venís de actuar en una tira.
—¿Por qué se ven cada vez menos unitarios?
O: Hice muchos unitarios en los 90 y es una costumbre que se fue perdiendo, supuestamente porque a los canales no les rinde. Es como un lujo, algo que te garantiza cierta calidad, pero se sabe que las productoras viven de las tiras, así que creo que se verán cada vez menos.
—¿Y desde el lugar del actor también es mejor?
F: Por los tiempos en los que se labura en televisión, es incomparable. Son oportunidades que no llegan seguido y muestran algo muy distinto a lo que se puede ver.
O: Para los actores está buenísimo, porque hay pocos espacios para trabajar con tiempo. Es muy difícil que en una tira se mantenga el nivel alto. El de los autores, que llega un momento en el que se cansan y ya no quieren escribir más, y el de los actores, que al mes número siete no quieren saber nada con el tema. Cuando escucho que los americanos pueden trabajar en miniseries durante cinco años, contesto que es verdad, pero porque hacen seis meses y paran otro tanto. Esta locura de hacer una ficción que dure un año y tres meses es mucho, a todo nivel.
—¿Que el unitario se fi-nancie con dinero público es algo que pesó a la hora de aceptar?
F: No me preocupa eso. Me nutrí de lo que trata el unitario, no me influye en nada que la producción se desarrolle mediante un subsidio. Para mí es una linda oportunidad.
O: No me importa nada. Estos concursos permiten que
se hagan programas así. El año anterior me llamaron de dos productoras para hacer este tipo de proyectos y no acepté porque estaba terminando Graduados y no me gustó el guion. A estos les dije que sí porque leí los libros de La ce-lebración y los de Fronteras (otra ficción producida con subsidio estatal) y me gusta-ron. La gente que te quiere putear igual te va a putear.