No puede dejar de acosar

No puede dejar de acosar No puede dejar de acosar

Es la historia al revés. Yepes iba a ser jugador de Independiente, pero lo tentó el Mundial. No el que acababa de jugar con la selección Colombia, sino el que viene: el de Clubes, un bonus track para San Lorenzo por ganar la Copa Libertadores. El Ciclón confió en la experiencia del defensor, que ayer debutó en el Nuevo Gasómetro; hace una semana hizo su presentación ante Arsenal, en Sarandí. Ahora ante sus hinchas, Yepes hizo el partido al reverso. Casi en el arranque le hizo penal a Lucero, que el árbitro no advirtió; típica falta por reaccionar a destiempo frente al enganche del delantero. A la media hora hizo un casi penal: bajó a Riaño a milímetros del área y recibió la amarilla. La condena a su torpeza quedó en evidencia por el gol de Montenegro, que ejecutó el tiro libre con precisión de video juego. Torrico se quedó parado, como si fuese uno más de la barrera.

Si Darío Herrera hubiese cobrado la infracción que Yepes volvió a cometerle a Riaño, el colombiano tendría que haber cerrado la planilla con una roja a los 36 minutos. Pero siguió en cancha, destinado a hundirse todavía más en su día paradójico. Ya en el segundo tiempo, jugó la pelota hacia atrás y su pase corto no pudo ser capitalizado por Mercier. Lucero capturó ese salvavidas de plomo y enfiló hacia el arco. Torrico, que no se quedó parado, lo derribó. El penal lo convirtió Diego Rodríguez.

Como si pagara una culpa, Yepes subió a Independiente al campeonato.

Dos caras. El descuento de San Lorenzo fue una excusa para volver a poner atención en un partido que parecía definido. Yepes fue coprotagonista: bajó la pelota de cabeza tras un córner, antes de la definición de Villalba.

Independiente había construído su triunfo a partir de errores de su rival, pero después lo sostuvo con buenas triangulaciones. Luego de varios toques pudo convertir Figal, que erró algo sencillo. Lo mismo le sucedió a Pizzini que, solo, cabeceó afuera lo que hubiese sido el sello a una gran jugada colectiva.

El Rojo ganó el partido que tenía que ganar. Otra vez se enfocó en la pelea por el título. Y mira a River desde cerca. Mientras, San Lorenzo duerme la peligrosa siesta antes de viajar a Marruecos.