“No pondría las manos en el fuego por ningún político”

“No pondría las manos en el fuego por ningún político” El conductor de Intratables reconoce que hay momentos en los que le gustaría intervenir a los gritos en los debates de su programa. Se jacta de no ir a comer con funcionarios ni tener sus teléfonos agendados en el celular. “No pondría las manos en el fuego por ningún político”

El bajo rating que le dejó Zapping obliga a que el ritmo vertiginoso que Intratables lleva por América cada noche a las 21.30 vaya con todas las PNT juntas y una tanda larga antes de arrancar con el show político, que, mida como mida, acapara la atención en este año electoral. En el piso dicen que “los números van y vienen. Trascendimos el rating, olvidate del número acá. Haga mucho o poco, es un programa que marca agenda. Vamos por otro lado. Obvio que estamos en un contexto, y hagamos 3, 5 u 8 puntos vamos a seguir estando. Es un programa híper vendido comercialmente y que marca agenda”.
Detrás de un grupo de invitados, una pantalla marca la cuenta regresiva antes del cambio de gobierno. Previo al comienzo, Santiago del Moro conversa con el ala que está a su izquierda. Del otro lado, Jonathan Viale hace lo mismo con Diego Brancatelli. Mientras, Agustina Kämpfer parece una isla. La ex de Amado Boudou no habla con nadie hasta que salen al aire.
La noticia del día para el panel es que Cristina Kirchner habría bendecido la candidatura de Daniel Scioli. Chocan los ultraoficialistas, los que se visten de moderados y los fervientes opositores. El conductor deja jugar. “Para mí el protagonista es el programa. A diferencia de otros conductores, que se ponen ellos como la estrella, yo me corro del foco. Este es un programa muy difícil de llevar, porque todos los días te cambian las reglas de juego, porque la actualidad es intensa y todos los días la gente es distinta”, explica Del Moro.
—Intervenir poco significa no exponerse. ¿Lo hacés pensando en eso?
—No. En Intratables soy el dueño de casa. Obviamente que estoy acompañado por periodistas, cada uno con su historia, pero es mi casa. Entonces no puedo traer a la gente para hacerla sentir mal. Por más que el otro no piense como yo, no lo considero enemigo. Trato de invitar a la mayor cantidad de gente posible y de que opine diferente. Lo que intento es que cada uno cuente a modo de Twitter, en 140 caracteres, lo que quieren decir. Siempre decimos que Intratables es un programa de títulos. Los invitados que la hacen larga quedan afuera. Intratables es contundente.
—Pero el título nunca sale de vos…
—Yo soy el que tira los temas. No tengo la verdad absoluta, y trato de que todo el mundo diga la suya. Intratables refleja lo que pasa en el laburo o el bar o la familia. Es el programa más plural del género. La gente a veces se enoja porque dicen que dejo hablar más a uno que a otro.
—¿Es así? Agustina Kämp-fer dijo que invitaban más a opositores que oficialistas.
—Por momentos siento que sí, tal vez en otros no. Es medio esquizofrénico el juego. Te cronometran cuánto habló cada invitado, si equis cerró o no el tema o la idea. Trato de hacerlo equilibrado. El programa es totalmente desmesurado y visceral, se hace al aire y trata temáticas tan importantes y pesadas. El valor agregado que tengo es que a mí no me mandan a hablar bien o mal de nadie.
—Entonces hay diferencias.
—Lo que pasa es que el Gobierno tiene mucha gente a favor, pero la oposición reúne muchos más partidos que el Frente para la Victoria. La izquierda, Macri, el Frente Renovador… Es cierto que por ahí hay más voces opositoras, pero también hay días que no. Yo me voy contento del programa cuando de un lado y del otro sintieron que fue injusto. Ahí es cuando siento que hicimos bien nuestro trabajo. Para hablar sólo bien o mal están otros.
—¿Ves al periodismo como títere o titiritero del poder político?
—Está todo tan sospechado en este país que es muy difícil hablar de honestidad. Es una palabra que me encanta, pero me parece que primero uno tiene que mirarse en el espejo y saber desde qué lugar hace lo que hace. Yo puedo ir a mi casa y dormir tranquilo. No sé lo que hace el resto. Yo llegué a un prime time, a un programa donde viene gente muy importante y se tratan temas importantes. Vienen los que manejan o manejarán el país, pero para mí son personas. Tengo una vida alejada de eso. En mi teléfono no hay agendados números de políticos, ni voy a comer con ellos. No pondría las manos en el fuego por ninguno, ni de ahora ni de la historia. Nunca hubo alguno que me representara al punto de jugarme así. Yo juego para mí, no para ningún político. No querría tener la responsabilidad de operar para alguien.
—Tenés un programa líder en una radio de un empresario oficialista y uno de tevé en un canal supuestamente massista. ¿En ambos lugares te pasa igual?
—Todo el tiempo te quieren operar, los teléfonos del programa explotan. Lo de massista es un cliché. Siempre será cómo te manejes vos. Yo soy un conductor y trato de hacer mi programa. Vivo de esto y lo último que quiero hacer es traicionarme. Obviamente cada medio tiene su línea editorial, como la tiene PERFIL, pero no podría trabajar si me mandaran a hacer equis cosa. A Intratables en 2015 lo abrí con Macri, después vinieron Randazzo, Massa, Aníbal Fernández… todos. Trato con respeto a todo el mundo. Por lo único que me guío es que sean más o menos televisivos, que tengan algo para decir, después que elija la gente.
—Para muchos sos el conductor de tu edad que más creció. A la par, convivís con pesos pesados del canal como Jorge Rial o Luis Majul. ¿Cómo te llevás con esa generación?  
—Nunca creí en el tema generacional. Lo que te mantiene vivo, seas más joven o más grande, es estar aggiornado. Siempre cito el ejemplo de Mirtha, una mujer grande que está siempre actualizada. Más allá de que está muy bien y de su trayectoria, eso es lo que la mantiene al aire. Yo empecé en Much Music haciendo cuatro horas de aire por día. Me hice a mí mismo. Nunca copié a nadie ni quise ir detrás de alguien. Soy mis ganas y mi autogestión. Quería ser conductor de televisión, me quería preparar para eso. No importaba si era un programa de espectáculos, un reality o uno de actualidad política. Yo soy un conductor de tele. Nunca aspiré a otra cosa. No quiero ser un gran analista político ni periodista. Lo mío no va por ahí.
—¿Qué devolución del programa te hace tu mujer?
—Lo mejor es que llego a mi casa y los temas pasan para otro lado. Vivo ajeno a todo, trato de que el medio no me coma.
—¿Qué sacás en limpio cuando termina el programa?
—Vivo Intratables como si fuera mi propio reality show, para saber a quién voy a votar. Hasta el día de hoy no me identifico con ninguno. Por momentos me dan ganas de arremangarme, sentarme en el panel y ponerme a gritar.