El actor estrenó Foxcatcher, donde compone a un oscuro y patético millonario y por el que el próximo jueves podría ser nominado al Oscar. Sostiene que ansía más que no menoscaben su carrera por ser comediante que recibir el premio.
Steve Carell (1962) apareció en Hollywood en 2005 con Virgen a los 40: comedia de Judd Apatow que aprovechaba en extremo su físico tenso, su apariencia de Ken (por lo muñeco, no por lo buenmozo), para mostrar su modo volcánico (basado en la contención y explosión) de hacer el ridículo y generar risas. Después vino, el mismo año, su rol consagratorio: The Office, y su perfectamente humano y querible (e insoportable) Michael Scott. Con el tiempo, Carell pasó a ser la voz de Gru, el villano animado favorito de todos los niños. Pero hoy, Carell vive uno de esos cambios dramáticos de carrera con los que los Oscar sueñan (y por eso se rumorea su nominación a Mejor Actor el próximo 15 de enero): en la recién estrenada Foxcatcher, que ganó la Palma de Oro a Mejor Director en el último Cannes, es, maquillaje y nariz postiza mediante, John du Pont, un billonario excéntrico y patético fascinado con la lucha libre y cuya obsesión lo lleva a conocer a los hermanos Schultz, luchadores olímpicos. El oscuro mundo de Du Pont tendrá un desenlace trágico, después de una espiral que va desde el cariño, la admiración, algo más y finalmente el odio y la muerte. Carell sostiene que los rumores que señalan que puede ganar un Oscar por su papel en el film de Bennet Miller (Capote, El juego de la fortuna): “Sería un lujo, un placer. ¿Quién puede no querer estar nominado a un Oscar? Pero aún así mi sueño, si es que puede definirse así, es hacer una carrera que no sea condenada, o al menos en cuyos títulos tengan siempre que distinguir el género en que trabajo. Es mejor que lo celebren a uno como actor por sus movimientos, y no por algo que puede ser fácilmente reducido a un gesto.”
—La gente suele asociarte con personajes más luminosos, y en “Foxcatcher” fue muy sorpresivo el nivel de oscuridad que maneja no sólo el film, sino también el personaje. ¿Por qué decidiste hacer un papel tan radical?
—Me interesaba la oscuridad. Me interesaba ese tono oscuro. Pero no como “Hey, miren lo que puedo hacer”. No necesito demostrar lo que sé hacer, ya que a veces ni siquiera uno lo sabe. Me interesaba cómo esos lugares tan oscuros para estar en una película, al menos, si uno los ve de afuera, son también lugares efervescentes para uno como actor. Du Pont era el producto de un medio extraño, completamente aislado y completamente dañado. Hay un punto donde su locura te puede romper el corazón: tiene todo lo posible para hacer lo que quiera, y no puede hacerlo. En un punto se muestra lo fútil del dinero, al menos en términos de cómo puede llegar a arruinar las cosas y a las personas.
—Aun así, el Du Pont que puede verse en YouTube es incluso más histriónico que éste más lacónico que componés. ¿Por qué esa diferencia?
—Exacto. Si uno ve videos de Du Pont, los pocos que hay, puede ver a una persona todavía más excéntrica, todavía dueña de modos más repulsivos, más fuera de cualquier control o vergüenza. Parte de la decisión conjunta de “domarlo” tenía que ver con eso: incluso esperando cualquier cosa de alguien que era un ejemplo de cómo todo a veces, puede reducirse a un intercambio monetario, no podíamos mostrarlo tal cual era. Generaría mucho rechazo de forma directa y eso haría todavía más increíble al personaje. Hay cosas de Du Pont que no pusimos, porque no pasan por la película que nos interesaba hacer.
—¿Es una película que habla sobre el daño que hace el dinero?
—Sí, pero no declamatoriamente. Creo que un personaje como Du Pont te permite ver cómo a veces la gente tolera cosas que no podría tolerar si no fuera por el dinero. Esa es la tragedia: comprometerse al punto de no darte cuenta que estás marchitando aquello que amás o amabas, y dejar que eso se convierta en pura inercia. Detrás de eso, de esa sumisión falsa al poder, sólo hay soledad. Muchos quieren ese respeto, ese poder, y después te das cuenta de que no es simple de juntar ambos o de hacerlos presentes en tu vida.
—¿Cómo fue meterse en un lugar así considerando que tus roles adultos solían tener un tinte de comedia?
—Meterse en un papel tan oscuro no es más desafío que hacer comedia, pero es distinto en tu cuerpo, en cómo te vas a dormir, no es que se te queda pegado, pero no salís indemne. Siento que significó algo. No es tanto que la comedia está subvalorada, pero no ves videos en YouTube de gente haciendo lo que se hace en los dramas. La comedia está en todos los rincones. Más dispersa, más presente de alguna forma. A veces ni necesita respeto, porque es lo que respiramos, sobre todo en estos días. Además, no sé si tendré otra oportunidad como Foxcatcher en mi vida, así que voy a disfrutar la repercusión que está creando. Fue una oportunidad muy particular.