Días anteriores se conmemoró el “Día Nacional del Caballo”, fecha en que “Mancha” y “Gato” entraron en la ciudad de Nueva York. Ese 20 de septiembre el Honorable Senado de la Nación Argentina y la Cámara de Diputados les rindió homenaje no solo a ellos, sino a todos.
“Mancha” y “Gato”, guiados por el profesor suizo Aimé F. Tschiffely recorrieron más de 21 mil km desde la ciudad de Buenos Aires hasta tales latitudes, conquistando el récord mundial de distancia y también el de altura, al alcanzar 5 900 metros en el paso El Cóndor, entre Potosí y Challapata (Bolivia).
Dicho jinete suizo realizó un intenso itinerario por la geografía americana, en un recorrido que se prolongó desde abril de 1925 hasta septiembre de 1928 y que le permitió demostrar la resistencia de los caballos criollos. Aquellos dos fieles equinos, que hoy descansan en la estancia “El Cardal” junto a los restos del andariego profesor extranjero que los llevó por horizontes lejanos a la Argentina, son un símbolo de la entrega y la fidelidad del caballo a las causas nobles que hicieron historia.
Se dice que, tras la primera fundación de Buenos Aires, cuando Pedro de Mendoza abandonó estas tierras asediado por los pueblos originarios dejó tras de sí una tropilla de caballos que encontraron en las extensas praderas pampeanas un inmejorable terreno para reproducirse.
Los habitantes locales conocieron rápidamente sus bondades y aprendieron a domarlo, y pocos años más tarde, Juan de Garay se encontró con abundantes caballadas de excelente calidad. Desde entonces, el caballo es un símbolo de las gestas patrióticas: cruzó los Andes con San Martín, defendió el Norte con los gauchos de Güemes y hoy está inmortalizado en los principales monumentos de todas las ciudades del país.
Actualmente, según estimaciones de la Cámara de la Industria Nacional Equina (CAMINE), hay en la Argentina unos 3 millones de caballos. Se siguen utilizando como medio de transporte en los rincones más recónditos del país, pero también son una herramienta de trabajo irremplazable de la ganadería, y su cría con fines deportivos genera un enorme movimiento económico y arraigo en distintos pueblos, reconociendo así los motivos del homenaje.
Decíamos homenaje, ahora hablemos del reconocimiento, valoración de derechos por este ser tan noble que nos acompaña desde nuestro paisaje urbano. Esos caballos ignotos, los castigados, los carreros. Estos son también los que necesitan de nuestra empatía traducida a compromiso por su defensa.
¿Y cómo se trascribe? A DENUNCIAR, tan simple como esto. Vemos un caballo traccionando con sobre carga, que está siendo castigado, evidenciamos que nuestro vecino, por ahorrarse unos pesos, contrata a un carrero para llevar escombros en su carro, observamos a la circular por la calle que lo están exigiendo en su andar, pues ¡DENUNCIAMOS! a la comisaría más cercana a nuestra casa para que la Policía de Entre Ríos accione.
DENUNCIAMOS al 103 de nuestra municipalidad para que el ente municipal intervenga y hagan valer sus derechos contemplados en la Ley Nacional Penal N° 14.346 y Ordenanza N° 4.277. Los animales, los caballos tienen sus derechos y tenemos que hacerlos valer.
¿Qué no ha sido testigo de estos actos? Seguro habrá leído sobre nuestro PETITORIO para que, por la fuerza de su firma, y de muchas otras, podamos desde nuestra A.C. protectora, hacer escuchar su voz en nuestro H.C.D.; que este honorable consejo de ediles trate de una vez por todas el proyecto de ordenanza para que “Con fuerza de Ley” se proclame en una Ordenanza de Erradicación Tracción a Sangre Equina y de esta forma se pueda solucionar no solo el problema del maltrato a que son sujetos la mayoría de ellos sino que por medio de esta ordenanza se honre a esa familia que vive de este carro con una salida real y digna de trabajo u ocupación pero con una ordenanza pensadas realmente en ellos.
Caballos y familias que viven de él y no una que sea a medias, solo pensada en el conformismo de pocos que no precisamente son estos actores involucrados. Que “Mancha”, “Gato”, caballos patriotas al fin, sean en baluarte en la valoración hacia los ignotos, a esos que sufren la calle. Estimarlos, pero por medio de acciones que se traducen a proyectos de ordenanza que nuestro HCD tienen que tratar. Y a esto nos referimos. Dos proyectos que hablan de la tracción a sangre.
El otro contempla en casi todos sus artículos LA REGULACIÓN de la tracción a sangre de caballos y esto no es respetar. Es seguir explotándolos detrás de un falaz texto, casi una propaganda que se puede olvidar en el tiempo, diciendo que nuestro HCD, en la contemplación de cada uno de los ediles que lo componen, promulgaría una ordenanza que DICE “cuidar “a ese caballo carrero. Algo que nos opondremos defendiéndolos con nuestra palabra y nuestro proyecto, de esta forma, a este ser tan caro para todos.