La importancia de una determinada comida antes de cada partido. Hasta la FIFA premia a los cocineros.
Luciano Wernicke
La alimentación es una variable esencial para todos los deportistas, en especial al momento de afrontar una competencia tan importante y exigente como el Mundial de Fútbol. Tanta importancia le da la FIFA a esta cuestión que los cocineros de los equipos campeones, subcampeones y terceros también reciben una medalla. Según señaló hace unos años el portavoz de la entidad, Keith Cooper, el chef del plantel “es tan importante como el capitán”.
La primera selección que concurrió a una Copa del Mundo con su propio cocinero fue Suecia, que viajó a México 1970 con Peter Olander, quien trabajaba en el palacio del rey Gustavo Adolfo.
Cuando la selección de Zaire arribó al aeropuerto de Frankfurt para participar de la Copa de Alemania 1974, los agentes de la aduana local descubrieron horrorizados que en las valijas, entre camisetas y botines, había veinte monos muertos. Los africanos explicaron que comían mono asado antes de cada encuentro, su plato favorito, como cábala, y amenazaron con regresar a su país si no se les permitía pasar con su preciado manjar. Finalmente, fueron autorizados a ingresar con el particular alimento, que en suelo germano no irradió la misma buena suerte que en la Eliminatoria: Zaire perdió 2-0 con Escocia, 9-0 ante Yugoslavia y 3-0 frente a Brasil.
Para el Mundial de Chile 1962, el técnico local, Fernando Riera, utilizó la gastronomía como una original manera para estimular a sus jugadores. Antes de enfrentar a Suiza, les dio de comer queso gruyere: la selección trasandina se impuso 3 a 1. Para el match con Italia, los jugadores comieron pastas: ganaron 2-0. Las salchichas con chucrut no evitaron una derrota 0-2 ante Alemania, pero beber vodka sí permitió una victoria 2-1 ante la URSS. Para la semifinal, el café no ayudó: Chile cayó 2-4 con Brasil. En el duelo por el tercer puesto, Chile venció a Yugoslavia 1-0, mas Riera no impuso ninguna ingesta especial, puesto que ignoraba cuál era el plato típico de ese país balcánico.
Pocos días antes de que comenzara la Copa de Francia 1998, la agrupación que nuclea a los grandes chefs franceses se quejó de que el torneo tuviera como su “restaurante oficial” a la cadena norteamericana Mc Donald’s, auspiciante del evento. “La gastronomía francesa tiene renombre mundial. No podemos dejar que una hamburguesa nos sustituya”, manifestaron. Una declaración a la altura de los Mundiales, el “plato fuerte” de los espectáculos deportivos.
(*) Autor del libro “Historias insólitas de los Mundiales de Fútbol”