Las diez personas que no queremos tener ni cerca cuando juega la Selección.
Augusto Do Santos
El fútbol tiene cosas maravillosas, no por nada en tantos países es el deporte más popular, el preferido de la sociedad; una gambeta, un caño, una rabona, una pared, una emboquillada; Zinedine Zidane, Ronaldo, Ariel Ortega, Fernando Redondo, Patrick Kluivert, Diego Maradona, Adrián Bastía, Juan Krupoviesa; la Champions League, la Premier League, la Major League Soccer, la Copa Argentina. Pero, sobre todas las cosas, el fútbol tiene el Mundial, esa bendición que este deporte nos regala una vez cada cuatro años.
Lo mejor de la Copa del Mundo no pasa, exclusivamente, por ver a los mejores jugadores compitiendo por la gloria; lo mejor de la Copa del Mundo no pasa, exclusivamente, por ver a las hinchas de las distintas nacionalidades sueltas de ropa y predispuestas para la fiesta; lo mejor de la Copa del Mundo no pasa, exclusivamente, por los animales que pronostican los resultados de los partidos; lo mejor de la Copa del Mundo no pasa, exclusivamente, porque todos hablen las veinticuatro horas de fútbol.
Lo mejor de la Copa del Mundo es, también, la oportunidad casi única de sentirse hermanados como compatriotas de una forma tan intensa y pasional como casi en ninguna otra ocasión sucede; toda diferencia queda de lado, completamente de lado; no importa si el que tenemos al lado es afín o no a nuestra ideología, si es hincha del mismo cuadro o del máximo rival, si prefiere la milanesa con puré o con papas fritas, si está con Maxi López o con Wanda Nara.
Y esta comunión, esa unión suprema, nos permite compartir la experiencia de los partidos juntos; en el trabajo, en una pizzería, en casa con la familia, en la calle mediante el viejo y querido recurso de la ñata contra el vidrio. Y esto, justamente, también es lo peor del Mundial: tener que soportar al otro, porque dentro de este otro puede estar cualquiera de los siguientes seres despreciables:
1-La reencarnación de Alfredo Di Stéfano, Diego Maradona y Pelé. Dícese de aquella persona que no hace sino criticar todo lo que hacen todos los jugadores, explicando con la seguridad que brinda ser el mayor experto del arte del fútbol qué habría que hacer en cada situación. Generalmente, son personas que si se les arroja una pelota al pecho en vez de pararla la agarran con las manos y, mientras los futbolistas juegan, él los mira por televisión engordando y alcoholizándose.
2-La reencarnación de Alex Ferguson, Pep Guardiola y Rinus Michels. Dícese de aquella persona que está en contra de todas las decisiones del director técnico, y en el caso de que este haga lo que él hubiese querido hacer de inmediato dirá que había que hacer exactamente lo opuesto o que ya es muy tarde. Usualmente, son personas que entraron una vez a un vestuario porque el baño del buffet estaba clausurado y, mientras los entrenadores dirigen, ellos piden sus cabezas y proponen sucesores, y si eventualmente esos técnicos que consideraban ideales son elegidos serán criticados de la misma manera, en un círculo vicioso que solo la muerte podrá frenar.
3-El que grita el gol que no es. Dícese de aquella persona que festeja el gol antes de que la pelota ingrese al arco, cosa que en la mayor de las ocasiones no sucede y, entonces, termina gritando un falso gol. Sinónimos: mufa. Por lo general, hablamos de gente que usa anteojos y no controla la caída de la baba.
4-El que no le presta atención al partido. Dícese de aquella persona que se predispone a mirar el partido en compañía, pero a los diez minutos está jugando al solitario en su celular o leyendo la sección de espectáculos de un diario. Suelen ser personas bien vestidas, con cargos gerenciales en alguna empresa y preferencias sexuales no asumidas.
5-El que se desquicia cuando no corresponde. Dícese de aquella persona que grita escandalosamente de expectativa ante un lateral en mitad de cancha, un saque de meta o una publicidad en el entretiempo. En la mayoría de los casos, hablamos de señoras de edad con rulos y problemas depresivos.
6-El que alienta desubicadamente. Dícese de aquella persona cuya única preocupación es iniciar un cántico de aliento y que prenda entre el resto que lo acompaña, sin darse cuenta de que faltan dos horas para que empiece el partido y la gente está haciendo otras cosas. Generalmente, se trata de cuarentones que juegan a la Play Station, sudan en exceso y viven con la mamá.
7-El que no conoce el reglamento. Dícese de aquella persona que no está enterada de las reglas pero no advierte su desconocimiento. Así, reclaman penal cuando el arquero agarra la pelota con las manos en su área y se indignan ante la falta de protesta general o piden offside cuando alguien pega una patada. Usualmente, son mujeres que solo ven fútbol cuando hay novelas que tienen algún personaje futbolista.
8-El que te grita al oído. Dícese de aquella persona que no comprende que por más fuerte que grite, los jugadores, los técnicos, los árbitros y los periodistas no pueden escucharlos, ya que la televisión nos da sonido pero no lo recibe. En este caso, hablamos de cincuentones con poca actividad sexual, mucho pelo en la nariz y preferencia por la ingesta de salame.
9-El hipercrítico y amargo. Dícese de aquella persona que no festeja los triunfos de la selección si la misma no jugó según su concepto de buen juego. Incluso, en ocasión de victoria en último minuto, grita el gol pero acompaña la exclamación con una agresión: “¡Gol, al fin, horribles de mierda!”. Suele tratarse de gente afín al arte, y en particular de la vertiente cuya única pasión es la de la búsqueda de la belleza y lo atemporal; además, se trata de gente que no defeca para no sentir el olor.
10-El que pide a Carlos Tévez todo el tiempo. Dícese de aquella persona que no es capaz de procesar que Alejandro Sabella no convocó a Carlos Tévez para Brasil 2014 y, entonces, permanentemente reclama el ingreso del delantero de la Juventus. En todos los casos, hablamos de hinchas de Boca que prefieren olvidar aquella oportunidad en la que Tévez mandó a la selección a la madre que lo parió.