Melina Kloster tiene 22 años y es Policía de la Ciudad de Buenos Aires. Entró hace un año y medio. Es de Concepción del Uruguay pero ahora se mudó a Capital. Su abuelo era policía. Una nota publicada en Clarín menciona puntos de su biografía y su vida en servicio.
Cuando dejó Concepción del Uruguay para capacitarse, su papá comerciante le dio una medallita y un consejo. Le pidió que no se separara de la imagen de San Jorge y que escondiera el arma cuando viajara en el transporte público. Melina le hace caso. Debajo de la placa policial lleva al Santo y también un detente del Sagrado Corazón de Jesús, regalo de su mamá maestra. Cubre el arma con una campera larga y en la mochila va la biografía de Frida Kahlo.
El libro se lo prestaron en la biblioteca de su ciudad natal. Desde los 12 años es socia. Y lectora. En esos 40 minutos de subte hasta el departamento que alquila en Palermo, también devoró los tres tomos de Cincuenta Sombras de Grey. “A mucha gente no le cae bien que seas policía y a otra le llama la atención. Cuando estoy parada en la calle, algunas señoras grandes me preguntan por qué elegí esta profesión. Y algún gracioso me dice ‘llevame’ o ‘poneme las esposas’. Me incomoda. Prefiero que no me digan nada”.
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