El protagonista de Stravaganza Tango habla de sus límites como actor y de su relación con Nicolás Cabré. Qué ocurrió en el Teatro Broadway por el Mundial.
L a entrevista se realizó el viernes, justo dos días antes de los destrozos que sufrió el teatro Broadway por los festejos del Mundial. Ya desde la semana anterior se había decidido levantar la función del domingo, porque ni los artistas ni el público iban a poder estar atentos a la ficción, con una realidad que paralizó al país desde las 16. Incluso Nicolás Vázquez, que eligió no hablar después del tema de los daños, había decidido desde mucho antes no viajar a Brasil; su experiencia carioca para asistir al enfrentamiento Bosnia vs. Argentina no le dejó un buen recuerdo y decidió ver este último encuentro en su casa, con su familia.
Desde 1997 acapara la atención de los telespectadores y también de sus compañeros de elenco. Hoy, la imagen de Nicolás Vázquez se asocia con la última creación de Flavio Mendoza: Stravaganza Tango. Compartirá sólo por algunas semanas más la vorágine de grabar desde muy temprano Mis amigos de siempre para El Trece (que terminará el 8 de agosto) y de jueves a domingo seguirá interpretando a Virgilio, poeta de tangos.
Llama mucho la atención el estado de sus uñas, y Nicolás Vázquez confiesa: “¡Estoy dejándomelas crecer! Para el afiche de Stravaganza Tango tuvieron que hacerme Photoshop en las manos, ¡siempre me las comí terriblemente!”. Asegura que no se ve armando una productora como hizo Adrián Suar, pero sí produciendo teatro independiente y hasta dirigiendo.
Estuvo casado con la actriz Mercedes Funes, y desde hace siete años comparte su vida con Gimena Accardi. Cuando se le pregunta por el casamiento, responde: “Nunca digas nunca. Hace poco me encontré con Mercedes y nos abrazamos. Estamos los cuatro muy felices, ella con Fernando (su actual pareja) y yo con Gimena. Con Mercedes nos conocimos muy jóvenes y estuvimos muy enamorados. Nos equivocamos en no cuidarnos, pero teníamos un perfil muy bajo y no nos dimos cuenta. Agradezco el haber tenido esa historia con Mercedes, como la que hoy vivo con Gimena”.
El año pasado, Accardi perdió su primer embarazo. “Tratamos de cuidar el tema –dice serio, sin rechazar la pregunta–; ya habíamos pasado los tres meses cuando Gimena perdió el bebé. Me enojé mucho con Dios. Espero que tengamos revancha. Ese dolor nos unió mucho. Conozco a muchas parejas del ambiente, pero lo que nos pasa a los dos es raro: priorizamos al otro antes que a nosotros mismos. Ella es mi debilidad, hace siete años que estamos juntos, la admiro y la amo. Nos elegimos todos los días”.
—¿Cómo llegó Flavio Mendoza a convocarte?
—Tenía pensando hacer una comedia con Gonzalo Heredia, con producción de Suar, hasta que me llaman de Stravaganza. Al principio me negué, pero mi mujer me insistió. Leí el libro y me encantó, la gira internacional también pesó. Me organicé y pude aceptarlo porque ya faltaban pocas grabaciones para terminar con la televisión.
—¿Cuándo y dónde sería la gira?
—Se habla de mayo de 2015 y barajan Francia, Londres, Dubai, Japón. Afuera puede hacer mucho ruido y convocar gente. Nos quedaremos todo el verano en Buenos Aires hasta marzo.
—¿Fue difícil el entrenamiento?
—Me exijo mucho y me ayudaron todo el tiempo. Estoy aprendiendo a precalentar y encontré que tengo facilidad para aprender el tango. Seguramente para que no se viera tanta diferencia, Flavio me dio menos desplazamientos. Estudié y leí sobre los poetas que escribieron tangos, además tuve un gran asistente, Cristian Grassi.
—Estuviste con Cris Morena: ¿por qué te bajaste del éxito de “Casi ángeles”?
—Esos dos años de Casi ángeles palpé la mayor felicidad de mi carrera, pero a su vez tuvimos mucha exposición. Llegamos a trabajar casi veinte horas entre televisión, giras, teatro y disco. Era mucha presión y demanda, era una irrealidad, te sentías un Rolling Stone. Lo disfruté, pero lo empecé a padecer y tuve miedo de repetirme como actor. Por eso en la tercera temporada pedí bajarme. Es el día de hoy que los extraño, y sé que hay muchos chicos que me conocen por esos programas.
—Trabajaste muchas veces con Cabré en otras tiras: ¿por qué se produjo ahora el cortocircuito?
—No sé si llamarlo cortocircuito; uno está más grande y se banca menos cosas. Nosotros somos privilegiados por hacer lo que nos gusta. Nos pagan muy bien, nos dan mimos, nos hacen notas como si fuéramos importantes, mientras que hay mucha gente que la está pasando mal. Me da vergüenza que nos peleemos, porque hay cosas más importantes.
—¿Cuáles son tus límites como actor? ¿Qué no harías?
—Detesto subestimar al público. Tengo mucho respeto, lo que hago lo encaro a fondo. Hoy me tengo más confianza. Me veo para corregirme y aprendí muchísimo de todos los trabajos. Cada vez que miro a grandes actores me enseñan, como Chávez, Darín, Suárez, Marrale, Grimau, y en la comedia Francella o Suar, aunque lo subestimen injustamente.
—¿Y un texto clásico?
—No me muero por hacer un clásico. Quisiera contar una historia de amor o hacer comedia. Sí sé que me muero si no trabajo de actor. Hoy siento que no podría hacer otra cosa.
Los barrabravas
El productor de Stravaganza Tango, Ariel Diwan, prefiere no explayarse sobre el tema de los daños que algunas personas produjeron en las puertas de entrada del teatro Broadway el último domingo. Al estar ubicado a media cuadra del Obelisco, sobre la avenida Corrientes al 1100, en un sitio ya clásico para el espectáculo porteño, se transformó en uno de los epicentros de la violencia después del partido entre Argentina y Alemania. No fue el único, ya que varios bares y locales también fueron víctimas del vandalismo, que como siempre es inexplicable. Los gruesos vidrios especiales de ingreso que dan a la avenida fueron destrozados, así como la boletería y varias sillas. Los afiches con el rostro del protagonista, Nicolás Vázquez, fueron llevados de recuerdo. Lo más afectado fue el hall de entrada. Se sabe que allí había, dentro de la boletería, tres computadoras con sus respectivos monitores, que debieron ser repuestas. Por suerte no pudieron ingresar a la sala, por lo cual ni la platea ni el escenario se vieron dañados. Las puertas de madera que dan ingreso no pudieron ser violentadas. Cansado de hablar de un tema triste, Diwan ya no quiere explayarse y sólo afirma el gasto extra que tuvo: “150 mil pesos”.
El martes ya estaba todo solucionado, por lo cual el jueves las funciones volvieron a la normalidad. Como el espectáculo no se da de lunes a miércoles, el problema no afectó el normal desarrollo de las representaciones previstas. Ni el empresario ni el protagonista, Nicolás Vázquez, quisieron hablar de la gente ni de este lamentable festejo tras el Mundial.