Estrena en Mar del Plata Parque Lezama, habla de la temporada y los precios de las localidades. Quiere dedicarse más al teatro y que vio la remake de El secreto de sus ojos.
Por Majo Garufi desde Mar del Plata
Vestido de negro y con gorra a tono, entra caminando a la sala del Teatro Mar del Plata rozagante, como quien arriba a un lugar al que aspiraba hace tiempo desde lo profesional, pero que ya conocía bien a nivel personal. Mar del Plata fue la ciudad de su niñez y adolescencia, en la que vio a los más grandes del teatro sin saber que un 1º de enero de 2016 iba a ser el responsable de estrenar uno de los títulos más esperados de la temporada.
El director Juan José Campanella ya es un profesional del cine, la televisión y el teatro con sello propio, pero que desde que llegó a La Feliz para montar Parque Lezama, no deja de recordar a aquel chico que fue. “Si mis viejos vivieran no lo podrían creer”, dice aún sorprendido por haber sido condecorado como visitante notable por el Honorable Concejo Deliberante marplatense, la misma noche que recibió el emblemático Premio Lobo de Mar por su aporte a la cultura nacional.
El hombre que prefiere pensar que “no hay artistas, somos todos artesanos”, se sienta en una butaca del Teatro Mar del Plata (construido por Carlos Rottemberg en avenida Luro casi Corrientes), donde de martes a domingos (con doble función los sábados) espera llenar sus cerca de mil localidades, gracias al respaldo del boca en boca cosechado –sobre todo– por las destacables actuaciones de Luis Brandoni y Eduardo Blanco.
También piensa en los descuentos especiales que poseen los marplatenses en los teatros, muchos de los cuales aprovecharon su paso durante dos fines de semana invernales para ver esta pieza creada por Herb Gardner. De todos modos, es consciente de que es una temporada especial.
“Mis expectativas son sentarme a ver qué pasa”, tanto en la temporada como en el país, confía con una sonrisa, la misma que mantiene para apuntar que “si bien son personajes viejos no es una obra para viejos” y que en los últimos tiempos “logramos un 35 o 40% de público joven“.
“Para mí es un obrón. No se le pasó el tiempo y la gira nacional fue impresionante. De hecho hace tres años que estamos con la obra y aunque tengo ganas de hacer algo nuevo, no encontramos nada que se equipare“, dice.
“Como no es una obra con las figuras de la tele, el público se fue juntando por el boca en boca. Y lo que en cine juntás en una semana acá lo logramos en un año y medio. Pero va formando su bola de nieve”, añade.
—El público llega por el boca en boca y ustedes llegaron a esta historia gracias a mucho diálogo…
—Soy muy charlador en la vida real. Este diálogo que hay en el texto es el que me gusta tener con mis amigos, muy irónico, con mucho humor judío/tano, que es muy similar porque se ríe de cosas serias. Es casi la antítesis del humor de Friends, que es válido, pero más blanco. Esta es una obra netamente escrita por un judío neoyorquino. Encuentro mucho contacto con el humor italiano que abunda en nuestro país y con el humor judío se potenciaron.
—No tenés figuras de la tele, pero sí dos actores con apellidos reconocidos por unas cuantas generaciones.
— Brandoni es un ícono del teatro, un sinónimo. Eduardo es muy querido, respetado y admirado. Pero no es como si hiciera una obra con Susana (Giménez) y (Guillermo) Francella, por ejemplo, que ya no importa lo que ponga. Y el Mar del Plata es un teatro que hay que llenar.
—Hablaste del humor de la obra, ¿es el responsable de que las dos horas de obra no se noten?
—Las horas se te pasan volando. Uno sale con que realmente rindió la entrada. Cuando voy al teatro y veo una obra de hora y veinte me siento estafado. Está bien para un stand up, un monólogo o un infantil, pero no hay tiempo para desarrollar a los personajes. Se quedan más sobre la anécdota que sobre los personajes, son casi obras de un acto extendidas, más que obras de tres actos condensadas. Faltan los puntos de giro, llegar a momentos de crisis, elementos que son muy ricos y que a mí me gustan mucho cuando hablamos de una obra de personajes.
— ¿En qué creció la historia y los actores?
—Son muy parejos. Nos preocupamos mucho porque no se estire, que no se regodeen los personajes. Lo que sí fue cambiando es la comodidad que sienten, con pequeños agregados, se modificaron tonos para mantener la frescura. Lejos de parecer gastada, lo que va ocurriendo es que los actores se sienten tan cómodos que, esta cualidad que posee de no parecer escrita, se potencia con guiños, pisaditas. A los que nos gusta mucho la comedia y el mecanismo del gag, esta obra es una lección para entender de qué depende un gag. Uno ve realmente de qué poco depende una explosión a una risa correcta. Por suerte la obra también tiene todo un colchón emocional sobre el que descansa.
—Si de emociones se trata, Mar del Plata ya te recibió con un premio.
—Sabía que lo iba a recibir, pero fue una sorpresa lo de visitante notable de la ciudad. Un plus total y casi más importante que el premio porque para mí Mar del Plata fueron mis vacaciones, de los 8 a los 18. No me gusta la playa, así que venía por la familia, la joda y el teatro. Me la pasaba en el Sacoa y en el pool de día y a la noche era teatro. Veía mucho más que en Buenos Aires. Vi a Sandrini, Niní Marshall, Coqueluche, Los Campanelli. Desde las buenas obras hasta los refritos de la tele. Para mí todas, en ese momento, tenían el mismo valor. Hoy estar acá con una obra y ser visitante notable, si mis viejos vivieran no lo podrían creer.
—Vos veías muchas obras durante un mes, pero ahora la gente tiene vacaciones por menos de una semana y elige dos o tres títulos nada más…
— Lo hablamos mucho con Carlos Rottemberg y la gente de teatro. Yo soy siempre de la idea de cobrar más barato y que venga más gente. Pero el teatro, en términos relativos con otras cosas, se abarató muchísimo. La entrada a la platea sale $ 400. Un desayuno en las principales cafeterías de acá no te sale menos de $ 130 para una sola persona. Son tres desayunos una entrada. En mi juventud, una entrada eran diez desayunos. Sin embargo, le cuesta más a la gente comprar tickets. Entonces tienden a polarizar entre dos o tres obras. Además, vienen por menos tiempo y como hay varios fines de semana largos durante el año, la reserva de salida del ciudadano se va agotando a lo largo del año.
“Al aire no me someto más, solo internet”
Se acerca fin de año, época de balances y deseos. Y así podrían entenderse las palabras de Juan José Campanella sobre su presente y su futuro: “Quiero volver a escribir un guión”, y “pienso más en términos de teatro que en cine o TV”. También que “al aire no me someto más” a la hora de hablar en términos televisivos, por la experiencia de Entre caníbales en Telefe.
“Hay que ver productos en internet“, sostiene. “La tira ya la vio prácticamente tanta gente en la web como por TV. Hace un mes y medio Entre… ya tenía nueve millones de vistas entre todos los capítulos. Todo lo que estamos encarando ahora, incluso con Telefe, es por internet. Al aire no me someto más“, remarca, y aclara: “Que esté en el aire está bien, pero que dependa del aire no. No quiero más. Abre un mundo donde algo se juzga por el rating y no por lo que es”.
Con respecto al cine y el teatro, comenta que está preparando un guión con Eduardo Sacheri y una obra con su mujer Cecilia Monti. “Pasa que esas áreas son lo mío. Me gusta mucho, mucho el teatro. El único defecto que tiene es la falta de permanencia. Cuando termina la obra, terminó. Si Casablanca hubiera sido una obra de teatro no la hubiéramos conocido. La gente se olvida”.
Respecto al nuevo proyecto con quien escribió La pregunta de sus ojos, libro que inspiró la oscarizada El secreto de sus ojos, cuenta que “si se alinean las musas, estamos tras una historia complicada en cuanto a la temática, porque tiene que ver con la relación interclases argentina, la idea de la muerte… pero con humor. Veo que no se va a escribir sola, va a haber mucha reescritura, búsqueda de tonos, ejes, líneas”.
—Encima tienen sobre la espalda un éxito grande juntos… son como un músico y el hit de su vida.
—(Risas) Por suerte pasó mucho tiempo. La remake de Hollywood la vi con el director y productor. Es distinta. Es más un thriller. Me gustó el cambio que hicieron con Julia Roberts. Habíamos hablado que hicieran una distinta de la original. Cambiaron dos posiciones que cambian los ejes principales que tuve como disparadores: la pasión y el tiempo. Julia Roberts está muy bien. Yo no tengo que quedar conforme. Hay que cambiar eso de “qué le van a hacer a la película”. En tal caso, es lo mismo que la película le hizo a la novela: la adaptó. Es lo mismo que infinitos directores de teatro le hicieron a Hamlet y a Shakespeare. A mí me gusta ver distintas versiones. Y también es una gran publicidad para el cine argentino porque los que no vieron la original aún, pueden verla luego. Tengo alumnos de guión que vieron la película cuando se las mostré en la clase. Es así.