En la Selección, el que ocuparía ese lugar es un volante central. Es difícil adivinar la razón de la falta de “números 8″.
Cuando César Luis Menotti definió la lista de quienes representarían a la Argentina en la Copa del Mundo de 1978, la decisión sobre el mediocampista derecho titular recayó en el cordobés Osvaldo Ardiles, que se insinuó en Instituto y se consagró en Huracán. Ardiles le ganó la pulseada a volantes derechos de una jerarquía indiscutible como Juan José López, Miguel Ángel Brindisi, Luis “Hacha” Ludueña y Jorge “Chino” Benítez.
Salvo Brindisi –figura en Las Palmas de España- los demás jugaban en el fútbol local y la decisión de Menotti generó cuestionamientos desde la prensa especializada y amplios sectores del público. Tanto Brindisi como Jota Jota López eran indiscutidos, pero no habían formado parte del ciclo previo al mundial. En los años siguientes, aparecieron Juan Barbas, Ricardo Giusti, Héctor Enrique, Javier Zanetti, Lucho González, Diego Simeone y varios más que tuvieron un paso menor por el combinado albiceleste.
Hoy, parece ser un puesto en extinción. Está Augusto Fernández en el Celta gallego, se lucía Lucho González en Portugal (se fue a Qatar), el inoxidable Zanetti se ha corrido al lateral en su etapa final y no hay mucho más para mencionar, disculpando el olvido por algún nombre ilustre. La realidad, es que Fernando Gago sería el mediocampista derecho de la Selección, corriéndose unos metros hacia ese sector, mientras Javier Mascherano patrulla el medio campo central.
Vale la pena hacer algunas precisiones: el volante derecho de River es un colombiano, Carbonero. En Boca ha tenido que aceptar ocupar ese rol el delantero Juan Manuel Martínez. En Racing están buscando un “número 8”, San Lorenzo no lo tiene aunque Buffarini y Kalinski jueguen de vez en cuando por ese sector de la cancha, en Vélez va despuntando el chico Allione y en Lanús tampoco hay uno con el puesto asegurado: o el paraguayo Ayala, o el chico Barrientos. Encima, Newell’s transfirió a Pablo Pérez al Málaga español y no hay sustituto.
No hay mediocampistas derechos desde hace un tiempo y no termina de adivinarse la razón. No parece ser un puesto tan difícil de cubrir como el de enganche o conductor de un equipo, porque no se necesitan tantas condiciones técnicas y una visión de juego tan clara como la que tiene un Riquelme, un D’Alessandro o un Romagnoli, salvando las distancias entre ellos. No se entiende que los entrenadores de inferiores, aquellos que tienen la misión de formar a los juveniles para dejarlos en condiciones apropiadas para llegar a la máxima categoría, no trabajen buscando formar lo que no se encuentra.
¿Será que el puesto de mediocampista derecho exige mucho despliegue físico, que tiene poco rédito futbolístico y un desdoblamiento que muchos chicos no quieren realizar? Antes existían los volantes derechos con gol (Brindisi fue el máximo ejemplo), volantes derechos con características más defensivas (Ardiles, Giusti, Barbas, Simeone), otros más ofensivos (Lucho González, Jota Jota López) y varios con el esfuerzo y sacrificio suficiente como para ganarse un lugar en la titularidad de sus equipos.
Alejandro Sabella no tiene muchas variantes en ese lugar y todo apunta a que la dupla Mascherano-Gago será la encargada, junto con el tractor y dueño del lateral derecho, Pablo Zabaleta, de mantener la seguridad por esa zona. Algún trasnochado sueña con la ubicación de Rodrigo Palacio en ese lugar, al estilo del Burrito Martínez en Boca en el nuevo esquema que ha ideado Carlos Bianchi para suplantar la ausencia de un volante derecho habitual.
Será cuestión de esperar la lista definitiva para Brasil y apuntar a que los entrenadores de chicos y jóvenes futbolistas busquen formar y convertir jugadores aptos para lucirse en un puesto básico del mediocampo que parece haber casi desaparecido de la Argentina. Increíble, pero cierto.